En la mañana del viernes, Nueva Economía Fórum organizaba un encuentro con el cardenal arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella.
En el desayuno informativo, que ha durado aproximadamente una hora y media, monseñor Omella solo se ha referido a Dios en dos cuestiones. La primera: no se puede invocar a Dios en la guerra, y la otra, en referencia a esta crisis, cuando se ha detectado un "movimiento de búsqueda" de Dios.
¿El resto? Bien podría ser el discurso del director de una ONG tratando temas en los que solo muestra su tibieza, justificando toda postura con una moderación que espanta.
Así, el presidente de la Conferencia Episcopal ha ido haciendo un repaso por los temas de actualidad por los que ha sido preguntado. Omella ha hecho referencia al “cambio de época” en el que los resultados se verán dentro de mucho tiempo y en el que uno de los “grandes retos" para la Iglesia es "hacer frente a la creciente pobreza en el mundo”. Que la pobreza es un problema es algo obvio, ahora bien, que entre los “grandes retos” de la Iglesia, el señor Omella obvie la acelerada secularización, descristianización de España o la persecución de los cristianos en el mundo, es algo muy grave.
Y es que cuando la Iglesia abandona su verdadero papel, centrado en administrar sacramentos e impartir catequesis, es que algo va mal, porque la Iglesia no es una ONG.
Ha reprochado al Gobierno que "mezcle" la política con asuntos morales, y no, no ha sido en relación a las políticas cristófobas del Ejecutivo, sino sobre el borrador de la nueva ley del aborto. Y añadía un mantra idéntico al asumido por Feijóo: "Es curioso que en estos momentos de cierta crisis política saquen ese tema a lo mejor para desviar la atención de otras cuestiones que son importantes”. Monseñor, ¿otras cuestiones que son importantes? ¿Más que la matanza que supone el aborto?
En un tema tan polémico como este, Omella añadía que la Iglesia defiende la vida en todos los estadios y que son los científicos y los médicos los que determinan cuándo empieza, pero lo que hay en el seno de las madres después de la concepción ya es una vida distinta. Como autoridad eclesiástica y moral que es, quizás debería ser más firme.
A este respecto, ha asegurado que la Iglesia debe mantener una buena relación con todas las instituciones de la sociedad, también las políticas. "Haga lo que haga el Gobierno, nos gustará más o menos -y en algunas cosas no nos entendemos porque tenemos un mensaje distinto-, pero creo que nos tenemos que entender y pactar por el bien común”. Con todo mis respetos: en la defensa de la vida del más inocente no hay pacto posible.
En un tema tan polémico como este, Omella añadía que la Iglesia defiende la vida en todos los estadios y que son los científicos y los médicos los que determinan cuándo empieza, pero lo que hay en el seno de las madres después de la concepción ya es una vida distinta
Omella ha sido preguntado por la situación de la educación concertada, un tema que, a su juicio, es más "un tema ideológico" que “real”. Y añadía que en un "sistema democrático y libre" la "iniciativa privada tiene que existir" porque el Estado "no va a llegar a todo” y cree que el problema de los centros en la actualidad es que "no hay natalidad" ni "apoyo a la familia" y, por tanto "no hay alumnos”, para lo que aboga por "un gran pacto social" por la Educación y porque la iniciativa privada conviva con la pública. Hombre monseñor, la persecución del Gobierno social-podemita a la educación concertada es algo ideológico y real.
Durante su intervención, también ha sido preguntado sobre el acceso de las mujeres al sacerdocio, un tema que, según ha apuntado, se ve "desde el tema del poder", un concepto que, a su juicio, es "equivocado". Y señala que, si bien Juan Pablo II “lo cerró”, se ”puede plantear" pero tendrán que ser "los teólogos" y "el Papa" quienes deban hablar sobre el tema y después alcanzar un consenso. Señor Omella, la Iglesia no es una asamblea, y la Doctrina de la Iglesia no es objeto de consenso.
Ante la polémica con las inmatriculaciones, asegura que deben ser los jueces los que decidan y que la Iglesia “para qué quiere cosas que no son suyas”. El problema no es que la Iglesia se quede con cosas que no son suyas, sino que el Gobierno, con su odio anti católico quiere privar a la Iglesia de bienes que sí son suyos.
Pese a haber asegura que “no entra en temas políticos”, Omella remarca “lo difícil” que lo tienen los políticos hoy en día, y que hay que alejarse de “los populismos que surgen” y de la “polarización”, no queda claro si monseñor Omella se refiere a Podemos o a Vox, tras esta frase, se habrán frotado las manos desde Moncloa.
Pero el lamentable show no acaba aquí, Omella pide “un brindis y un aplauso para los políticos”. Presenciando tal espectáculo, no tengo claro si el que habla es un cardenal de la Iglesia Católica o Pedro Sánchez.
Monseñor, permítame abstenerme de ese brindis.