Basándose en los 17 objetivos de los ODS: pobreza, hambre, salud y bienestar, Educación de calidad e Igualdad de género, etc, Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez directora de la cátedra extraordinaria en Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense, felicita el nuevo año que llega, en un reportaje de El Español. Y lo hace además recomendando una serie de libros, canciones y películas que sirvan para, en definitiva, vivir en un mundo mejor.

Vayamos por partes, por ejemplo, recoge la información: se estima que hasta 676 millones de personas viven en la pobreza extrema en todo el mundo. La pandemia, la invasión rusa de Ucrania y la tensión económica mundial ralentizan el objetivo. Por ello, comparte Begoña, recurro a una esperanzadora canción de Juan Luis Guerra: “Ojalá que llueva café en el campo, que caiga un aguacero de yuca y té. (…) pa' que el conuco no se sufra tanto”. Con eso y con los 200 euros del Gobierno Sánchez para alimentos, punto 1, el de la pobreza, solucionado.

Punto número 2. Erradicar el hambre: Más de 350 millones de niños y niñas viven hoy en la pobreza extrema, con menos de dos dólares al día. 44 millones sufren desnutrición severa en un mundo que desperdicia 1.000 millones de toneladas de alimentos al año. Aquí, Gómez recuerda algunos versos de El hambre, de Miguel Hernández: “Los años de abundancia, la saciedad, la hartura/ eran solo de aquellos que se llamaban amos/ Para que venga el pan justo a la dentadura/del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos”. Profunda y útil reflexión de la primera dama.

Respecto a los puntos 4 y 5. Educación de calidad e Igualdad de género, la catedrática se pone aún más profunda y reflexiona: “Nunca pensé que las diferencias provinieran del dinero, creía que era algo innato, la pulcritud o la mugre, el gusto por las cosas bonitas o la dejadez (…) Hacen falta un montón de reflexiones, lecturas, clases, para no pensar de esa manera, sobre todo cuando se es una niña, y siempre ha sido así”. Resumidos en un párrafo de Los armarios vacíos (Cabaret Voltaire, 2022), de Annie Ernaux.

Ojo al punto 6. Agua limpia y saneamiento: Begoña se vuelve niña por un momento y nos recuerda a que el agua es el principio de las cosas y Kirikú lo sabía. El pequeño personaje africano de Michel Ocelot se enfrentó a la bruja para conseguir que el caño de agua limpia volviera al poblado. La película fue dibujada exclusivamente por mujeres. Es decir, una película empoderada. 

Punto 7. Energía asequible y no contaminante: Naciones Unidas busca el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos de aquí a 2030. Aquí hay películas significativas. There will be blood, de Paul Thomas Anderson, cuenta descarnadamente la vida de uno de los pioneros en la explotación petrolífera, la codicia y la insatisfacción; Y Monstruos S.A, de Píxar, que defiende el poder de la risa frente al miedo. Nótese la capacidad de la catedrática para combinar dramas con películas de animación. 

Vayamos al punto 14. Vida submarina. El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas reconoció en 2021 que vivir en un medio ambiente limpio, saludable y sostenible es un derecho humano. Gómez nos recomienda en el cine Avatar: El sentido del agua, con la que James Cameron quiere motivar a los espectadores a proteger nuestro planeta. 

Podríamos extendernos mucho más en la noticia, pero cerramos esta información con el punto 11. Ciudades y desarrollos sostenibles:

Imaginaba Gioconda Belli, en La mujer habitada (Txalaparta, 1990), “cómo sería esta mañana si la ciudad no le diera la espalda al paisaje lacustre, si existiera un malecón en la ribera para que pasearan por las tardes los enamorados”. Por ejemplo, Begoña y Pedro, que es un romántico