Recientemente, la Conferencia Episcopal Española (CEE), a través de su presidente monseñor Luis Argüello, ha remitido un comunicado sobre inmigración aludiendo a la dignidad de las personas. Advierto al lector que la CEE no es parte de la jerarquía de la Iglesia, que es perfectamente prescindible y que sus aportaciones no pasan de ser una opinión particular de una agrupación de obispos, lo que de por sí aporta rango de importancia y por lo tanto de responsabilidad en todo aquello que decida, opine o publique, pero que no es de obligado cumplimiento, excepto cuando se hacen eco de algo que esté relacionado con la doctrina de la Iglesia católica y sus dogmas.
Dicho esto, en el pasado día de la Misericordia, monseñor Argüello quiso aprovechar para argumentar a favor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) de regularización de inmigrantes irregulares en España, recientemente debatido en el Congreso de los Diputados, en el que dicho de paso, el bipartidismo hegemónico, la izquierda y los nacionalistas de todo pelaje, votaron a favor, y a juzgar por la nota de la CEE, los obispos también.
Los graves problemas como la inmigración, sus flujos, las causas y las consecuencias, pueden conllevar que se caiga fácilmente en cierto populismo político y eclesial, una suerte de buenismo sentimental sin los pies en la tierra. Las frases bonitas que pretenden ser un dardo al corazón, sin aportar razones que hagan comprender, debatir y profundizar en la problemática, afectará sí o sí, y para mal, al bien común. Son decisiones sin medir las consecuencias que sufrirán aquellos que no viven ni cómo ni dónde sus señorías, o muchos de los que componen la CEE. Es decir, no se verán con la problemática que se da en barrios periféricos, donde termina alojándose la inmigración. También, los mismos, terminan sufriendo la violencia que provoca siempre el choque de culturas, convirtiendo barrios enteros en guetos raciales. Esta complicación, en definitiva, la termina asumiendo la población española, que paga el mantenimiento de personas que llegan sin cualificación profesional alguna, que no cotizarán en años y que sus propias circunstancias, en muchas ocasiones, llevan a delinquir.
Es vergonzoso escuchar a líderes políticos que necesitamos cientos de miles de inmigrantes para que cubran nuestras pensiones, como si se tratara de un cambio de cromos
Es asqueroso escuchar a políticos progresistas, seguir incluyendo en la cuota de soluciones demográficas de España a los inmigrantes, cuando en España se aborta a 100.000 ciudadanos al año. Resulta bochornoso que las políticas se esfuercen en dar papeles a casi 500.000 inmigrantes que han llegado de forma descontrolada, mientras que las listas del paro en España superan los 4.000.000 millones de personas que ya los tienen. Es vergonzoso escuchar a líderes políticos que necesitamos cientos de miles de inmigrantes para que cubran nuestras pensiones, como si se tratara de un cambio de cromos. Y a mí personalmente, me da pena que los obispos se manifiesten de esta forma cuando para hablar de la dignidad del ser humano se podría atajar el problema con soluciones reales, comenzando por las leyes del aborto, la eutanasia, las leyes de género y trans, de manera más contundente, continuada y clara.
No quisiera que nadie pensara que mi discurso es xenófobo porque, sin dar mayores explicaciones, diré que desde siempre he estado rodeado de personas trabajadoras de diferentes países y razas, a las que estoy agradecido por su buen hacer y en muchas ocasiones, su buen ejemplo de honestidad y laboriosidad. Lo que quiero resaltar es, como dice Luis Antequera, que la inmigración ilegal -y la legalización por sentimentalismo tienen dos objetivos: desestructurar la sociedad de acogida, con efectos como la delincuencia, costumbres extranjeras incompatibles con la tradición interior, incremento coste fiscal para los contribuyentes... Y, desestructurar la sociedad de emisión, despojándose de lo mejor de su mano de obra, varones y mujeres jóvenes que abandonan sus países, dejando familias desarticuladas, ancianos, enfermos, niños, madres en soledad...
Detrás de cada inmigrante hay una persona, con una vida y una dignidad, y precisamente por eso la inmigración no debe ser encauzada como si se tratara de cabezas de ganado
Detrás de cada inmigrante hay una persona, con una vida y una dignidad, y precisamente por eso la inmigración no debe ser encauzada como si se tratara de cabezas de ganado, que sí es lo que hacen las organizaciones mafiosas que se enriquecen con cada patera que abraza nuestras costas. La inmigración es una cuestión de estado que afecta a la sociedad de cada país (emisor y receptor). Es un problema muy serio y, a menudo, se frivoliza con ello desde partidos progresistas sin dar soluciones reales. No basta con colgar la pancarta de “Welcome refugees” sin dar soluciones, mientras la ex alcaldesa, la señora Manuela Carmena, vivía opíparamente en el Parque Conde de Orgaz, uno de los barrios más exclusivos de Madrid.
No es un problema que haya surgido de manera espontánea. Nos encontramos en el marco de un proyecto global con dos caras: la caída en picado de la demografía nacional -y de europea en general- y el flujo migratorio impulsado por intereses de ingeniería social del que se pretende el cambio cultural y el reemplazo social. Que el monseñor Argüello ponga un cometario en X (antes Tuiter) sobre este asunto, le ha servido para que le den un baño de realoterapia importante a través de los comentarios que le han seguido, no todos educados, pero que sí reflejan cierta realidad que por lo visto él desconoce.
No basta con colgar la pancarta de “Welcome refugees” sin dar soluciones, mientras la ex alcaldesa, la señora Manuela Carmena, vivía opíparamente en el Parque Conde de Orgaz, uno de los barrios más exclusivos de Madrid
Si quiere ponerse al día de la verdad de la inmigración, y no de la parodia que emiten los medios de comunicación del sistema, les recomiendo que asistan a la charla: Inmigración: ni buenismo ni xenofobia, con Fernando Eguidazu y Alejandro Macarrón, el próximo jueves 25 de abril de este mismo año a las 18:30 horas en la Fundación Rafael del Pino en Madrid. Pueden inscribirse en este mismo enlace y pronto, porque la entrada es libre hasta completar aforo.
Inmigración y democracia (Alianza Editorial) Eliseo Aja. Consolidada una inmigración de más de cinco millones de personas, incluso cuando la situación económica no es propicia, es necesario perfeccionar la legislación e incluir en ella la integración social, que afecta tanto a la inmigración como al conjunto de la sociedad.
Inmigración: ¿realidad, fenómeno o problema? (Círculo Rojo) Roberto Vaquero Arribas. La inmigración es un tema del que no se puede hablar si pretendes salirte de lo políticamente correcto: jamás podrás señalar problemas ni proponer soluciones, sólo te dejarán señalar algún efecto, pero buscando siempre a los culpables equivocados.
La inmigración-emigración: las rentas de pobreza… (Laborum) Mª del Carmen Burgos. Esta obra realiza un estudio técnico jurídico de las migraciones internacionales que se producen desde otros países a España. Analiza la evolución de los flujos migratorios, tanto de salida como de llegada, así como su reflejo transversal en las políticas públicas autonómicas, lo que genera desigualdades regionales que son en todo caso discriminatorias, tanto para los que quieren regresar a su país, como para los que quieren asentarse en las Comunidades Autónomas y no son vecinos ni tampoco aún ciudadanos españoles.