Los conocidos como 'inquiokupas' son aquellos inquilinos alquilados que dejan de pagar la renta al propietario y se niegan a abandonar la vivienda. De acuerdo con los datos de la Plataforma de Afectados por la Ocupación, los 'inquiokupas' representan el 70% de los casos de ocupación que ocurren a día de hoy en España.
Por ejemplo el de Ruth, quien cuenta su historia a Libre Mercado: "Alquilé mi piso para que no se metieran okupas y los acabé metiendo yo misma y con contrato".
Ruth es propietaria de un piso de Tarragona, cuando se quedó embarazada quiso mudarse a otro piso y mientras vendía el suyo, lo puso en alquiler. Una agencia gestionó todo y encontró a la inquilina que parecía perfecta, una mujer de 61 años que trabajaba en el servicio de limpieza del Ayuntamiento. Pasados unos meses, le comunicó a Ruth que ya no tenía trabajo, pero que recibía ayuda para alquiler, si bien se retrasaría con los pagos, su intención era pagar: "Como el paro se lo pagaban a partir del día 10, nos pagaba a partir de ese día, pero desde diciembre de 2022 ya no hemos vuelto a ver ni un euro".
La indignación de Ruth es total: "Encima de no cobrar, tenemos que pagar el recibo del agua, porque si no lo hacemos, nos puede denunciar por coacciones. Y menos mal que la inmobiliaria cambió la titularidad de la luz".
Esta situación le ha llevado a una verdadera situación de vulnerabilidad: "Es decir, que yo tengo que hacerme cargo de dos hipotecas, dos aguas, dos tasas de basuras, más los honorarios del abogado… Y yo tengo dos bebés a mi cargo y una reducción de jornada, porque no tengo a nadie de la familia que me pueda ayudar con ellos".
El juez ha fijado dos fechas de lanzamiento, pero la okupa siempre consigue evitarlo. Primero, solicitó un abogado de oficio, lo que hizo que el lanzamiento se cancelara. Y después presentó un recurso de vulnerabilidad que, según la propietaria, no ha acreditado: "Yo sé que ha vuelto a trabajar, porque ahora mismo somos vecinas prácticamente y la hemos visto salir de casa con el uniforme, pero sigue sin pagar ni un euro. Y, mientras tanto, nosotros hemos tenido que salir adelante como hemos podido. De hecho, mi marido estuvo en el paro el año pasado".
Nosotros hemos sido unos currantes toda la vida, pero todo lo que hemos ido guardando se lo está comiendo esta señora día tras día", denuncia Ruth, que asegura que no puede, por ejemplo, apuntar a sus hijos a clases de inglés: "Es eso o el comedor".
"Hay temporadas que he tenido alopecia nerviosa, insomnio… Y procuro pensar lo mínimo en este asunto, pero a finales de diciembre tuve un bajón cuando vi que el Gobierno ampliaba el decreto antidesahucios".
Eso sí, su okupa es exigente: "Este verano me dijo que se le había embozado el desagüe y que llamase al seguro y claro, por miedo a que se me inundara el piso o lo que fuera, no me quedó otra que hacerlo".
"Si de verdad creen que son vulnerables, que se los lleven a Moncloa o que hagan lo que consideren, pero yo no tengo por qué hacerme cargo de una persona que ha firmado un contrato y no lo está cumpliendo. Y lo peor de todo es pensar que se va a ir de rositas, porque a no ser que le toque la lotería, se va a declarar vulnerable y yo no voy a ver ni un euro".