Comenzamos esta crónica semanal sobre persecución a los cristianos en Irán, donde grupos cristianos han sido “desmantelados”, o sea, sus miembros arrestados por el Gobierno, supuestamente por “promover la conversión religiosa” y acusados de socavar la seguridad nacional en los últimos 2 años, publicó Entrecristianos.
No se ha sabido el número de cristianos arrestados. Tampoco cuándo ocurrió la detención ni el lugar de los hechos.
Actualmente en Irán hay al menos 24 cristianos en prisión. Están acusados de atentar contra la seguridad nacional. La mayoría son líderes o miembros de iglesias caseras. Este tipo de iglesias no son consideradas legales por las autoridades.
Recientemente expertos de la ONU solicitaron al gobierno iraní información sobre la persecución a los cristianos en ese país. El escrito enviado expresa que la ONU tiene “serias preocupaciones” en relación a la “persecución sistemática” de los cristianos en Irán.
Irán ha negado todas las acusaciones y respondió alegando que todas las minorías religiosas en el país tienen “derecho a todas las libertades y derechos civiles, como se estipula en la Constitución. De esta manera, el régimen niega abierta y descaradamente la persecución a los cristianos mientras mantiene una ofensiva contra las iglesias caseras. Y así, las autoridades continúan con la persecución y “desmantelan” a grupos cristianos en Irán.
Entonces le apuntaron y él hizo la señal de la cruz
Nos vamos ahora a África, concretamente a Níger, donde el padre Mauro Armanino, misionero de la Sociedad de Misiones Africanas, ha mostrado el testimonio de un agricultor cristiano secuestrado por los yihadistas en la misma zona en la que fue atacado el padre Maccalli, informa Fides.
“Le dijeron que eligiera el arma con la que matarlo. Su machete o una Kalashnikov. Él respondió que nunca querría que lo mataran con su amada herramienta de trabajo y que prefería el arma de los yihadistas. Entonces le apuntaron y él hizo la señal de la cruz. El militante yihadista bajó su arma y le preguntó si era cristiano.
Cuando respondió afirmativamente, le dijeron que, para tomar la decisión final, tendrían que esperar a su jefe. Al llegar al lugar de los hechos unos días después, el jefe le interrogó sobre el uso del teléfono móvil. Si había llamado al ejército o a la policía, le habría costado la vida. Él respondió que es un agricultor pobre, no tiene contacto con militares, sino que simplemente había saludado a un amigo. Luego tras revisar su móvil, le perdonaron y lo llevaron, tras varias horas de viaje por el bosque, junto al grupo de prisioneros.
Los rehenes eran numerosos, musulmanes y cristianos. Estos últimos, a diferencia de los demás, eran atados, golpeados y amenazados. Los musulmanes, en cambio, eran libres de moverse e incluso rezar según los horarios establecidos. Finalmente fue liberado y caminó medio día hasta su aldea cerca de la frontera con Burkina Faso. Había sido arrestado más de un mes antes mientras traía a casa algunas ramas que había cortado para reparar su granero.
Por lo tanto, regresó a su pueblo donde los cristianos del lugar, acompañados por el padre Carlos, por seguridad deben cambiar los horarios de oración todos los domingos.
Fue golpeada, arrastrada por el suelo, insultada y torturada durante horas por varios compañeros y personas hasta que la policía intervino
Otro caso de terrible persecución contra los cristianos se dio en Pakistan, donde, una vez más, la ley de blasfemia fue utilizada para acusar falsamente a los cristianos.
En concreto, Tabitha Nazir Gill, una mujer cristiana de 30 años, conocida por cantar himnos gospel en urdu, el idioma nacional, fue acusada falsamente de blasfemia el pasado 28 de enero, cuando trabajaba como enfermera en el Hospital Sobhraj de Karachi. Sus propios compañeros la agredieron, recoge Infocatólica de ACN.
Fue golpeada, arrastrada por el suelo, insultada y torturada durante horas por varios compañeros y personas hasta que la policía intervino. En un primer momento, las fuerzas de seguridad no encontraron pruebas de que Gill hubiese cometido blasfemia por lo que fue liberada.
Nasir Raza, presidente del «Comité Nacional de Paz para la Armonía Interreligiosa», en la provincia de Sindh, comenta: «Tabitha Nazir Gill, ha sido acusada por sus colegas, con quienes trabaja desde hace nueve años. Tabitha, preocupada, pidió a sus hermanos y hermanas cristianos que oraran por ella diciendo: ‘Estoy en una situación difícil, los musulmanes de mi hospital me acusan’; poco después supimos que había sido acusada de blasfemia. En los videos que nos han enviado algunos presentes para informar sobre el caso y pedir protección a la mujer, vemos a las enfermeras del personal del hospital golpeando a Tabitha Gill; la mujer negaba haber cometido algún delito».
Nasir Saeed, director de la ONG CLAAS (Centre for Legal Aid Assistance & Settlement), en una nota enviada a la Agencia Fides, condena el episodio y dice: «Es un alivio que las acusaciones contra Tabitha, presentadas por sus colegas, sean infundadas. Desafortunadamente, su vida nunca volverá a ser la misma, ya que ha tenido que dejar su hogar y esconderse. La policía tiene un papel clave para determinar si se ha cometido blasfemia o si las acusaciones se construyeron de la nada, solo para ajustar cuentas personales».
«Es hora de que el gobierno analice el asunto a fondo para detener el creciente uso indebido de la ley de blasfemia contra personas inocentes y hacer cambios cuando sea necesario, ya que la redacción de la ley de blasfemia permite abusos continuos», denuncian desde dicha organización.