En este Jueves Santo, se conmenora que Jesús instituyó la Eucaristía entregándonos su Cuerpo y su Sangre, y también el sacerdocio. Asimismo, es el día del amor fraterno, recordando, como dice un canto litúrgico, un mandamiento nuevo nos dio el Señor, que nos amáramos todos como Él nos amó; que nos amáramos todos como Él nos amó. Un amor que también se refleja en el servicio, pues Jesús se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido, como recoge parte del Evangelio que se lee este día (Jn 13, 1-15), y que concluye con una tarea para todos: si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

Jesús lava los pies a los apóstoles

Una escena que se puede ver en esta pieza de la sillería del coro que había en el antiguo Monasterio de San Benito el Real, obra de Andrés de Nájera y que data del Renacimiento. 

 

O en el famoso cuadro de ‘El Lavatorio’, del pintor italiano Tintoretto

O también en el cuadro ‘Jesucristo lavando los pies a San Pedro’, de Antonio Arias Fernández

 

La Última Cena 

Una famosa escena que quiso recoger hasta el mismísimo Leonardo Da Vinci y que también se talló en la sillería del coro que había en el antiguo Monasterio de San Benito el Real, obra de Andrés de Nájera y que data del Renacimiento. 

El pintor Franceso Bassano también la ilustró y la dotó de un gran colorido. 

Por su parte, Bartolomé Carducho destacó la Última Cena con una gran dulzura en el rostro de Jesucrito, y en el extremo derecho, sitúa al que parece ser Judas Iscariote, el traidor, siendo el único que no mira ni a Jesús ni al resto de los apóstoles ni a la cena.

El pintor Juan de Juni puso más el acento en la institución de la Eucaristía y se puede ver la Sagrada Forma en la mano de Jesucristo, al mismo tiempo que el pan y el vino en la mesa. 

El pintor Mariano Salvador Mella también ilustró el momento. 

 

La oración en el huerto de los olivos, el beso de Judas y el prendimiento

La hora se acercaba y hasta a Jesús le surgieron dudas, por eso se puso a rezar, para que no se cumpliera su voluntad, sino la de su Padre. Momento que también Andrés de Nájera reflejó en la magnífica sillería del coro que había en el antiguo Monasterio de San Benito el Real. 

El pintor y escultor Alonso Berruguete, junto a Vasco de la Zarza, reflejó la escena en parte de un retablo. 

En esa oración se materializó la traición de Judas Iscariote, que entregó a Jesús con un beso, como refleja el pintor Luca Giordano

Y Anton Van Dick ilustró la escena del predimiento de Jesús. 

 

Imágenes del Museo Nacional de Escultura de Valladolid y del Museo Nacional del Prado