La realidad de las personas, excepto los horteras de la tele, las caras públicas de la política y alguno más del zoo humano que rellena la sociedad urbanita, pasa bastante inadvertida. También hay caras monas que pasan por la televisión y se hacen famosas. La fama es un estadio de la vida que solo algunos alcanzan y que no todos saben controlar.
Porque la fama es una de esas drogas del posmodernismo que todos quieren alcanzar sin saber que se trata de las drogas más duras, porque esclaviza y a veces engancha hasta la muerte.
Es el caso de Pilar Soto, la chica mona de la tele durante los años 90 que con su capacidad y profesionalidad llenó los hogares de toda España junto a Ramonchu -Ramón García- en El Gran Prix (TVE) y posteriormente en Mamma Mia (Telemadrid); luego tuvo escarceos en el cine y alguna serie de televisión, portadas de revistas y fama, mucha fama. Y ahí empezó todo, bueno no, mejor ahí acabó todo porque al salir de una gala de televisión tocó fondo y casi muere. Y como dijo el otro: "Perder lo que tienes, para encontrarlo todo", y comenzó su camino hacia el reencuentro de nuevo con Dios, al que perdió poco después de su Primera Comunión y la muerte prematura de su padre.
Conversión (Sekotia, 2017) se ha convertido en el libro confeso donde cuenta su caminar, muchas veces doloroso, en el que vuelca su corazón porque está escrito con sangre, sudor y lágrimas.
Estructurado en veinticuatro capítulos, nos llevan de la mano desde su ingreso en un convento de clarisas en Madridejos, Toledo, como a una pretendida cura a su bulimia severa que la hacía desaparecer día a día física y mentalmente. Allí, haciendo su vida y acompañada de las buenas monjas comenzó a descubrir que eso de Dios era verdad y que además le sentaba fenomenal.
Entonces comienza un viaje peregrino por todo el mundo: California (Los Ángeles), San Junípero Serra, México y de vuelta a Madrid. Luego a Medjugore, de vuelta al Valle de los Caídos, salto a Fátima, luego Lourdes y de vuelta al monasterio de Guadalupe. Vive en directo la beatificación de san Juan Pablo II y se pasa por Asís. Y ya solo quedaba su gran viaje: Tierra Santa y Jerusalén.
Cuenta también cómo se integra en la fraternidad de San Francisco el Grande de Madrid y el 4 de octubre de 2014 realizó su profesión de votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia como Franciscana Seglar de la Orden Tercera.
Incluye una carta entrañable a una de sus más íntimas amigas, Paloma Gómez Borrero, que fue quién iba a escribir el prólogo del libro, pero su precipitada muerte evitó que así fuera. Un libro recomendado y reconfortante que da alas a la esperanza de muchos.
Humberto Pérez-Tomé Román @hptr2013