Open Doors, organización de defensa de los derechos humanos, que estudia la persecución de los cristianos en el mundo, señala que los cristianos palestinos sufren “un elevado nivel de persecución, a causa de la opresión islámica”. En este ámbito, presentó varios hechos que dan fe de este fenómeno y que fueron publicados por Diario Judío en su edición del 24 de junio pasado, informa Enlace Judío.
Los cristianos palestinos son objeto de la misma clase de persecución -ataques a iglesias, secuestros, conversiones forzosas- que sus correligionarios en decenas de países musulmanes. La diferencia, sin embargo, es que la persecución de los cristianos palestinos “no recibe cobertura en los medios palestinos”.
Así que, siendo conscientes de ello, “los funcionarios de la Autoridad Palestina (AP) ejercen presiones en los cristianos para que no denuncien dichos incidentes, que amenazan con desenmascarar a la Autoridad Palestina como otro régimen de Oriente Medio sujeto a una ideología islámica radical”.
La simple y triste realidad es que, según todos los testimonios, el cristianismo está a punto de desaparecer allí donde nació, en Jerusalén
Para la Autoridad Palestina, mucho más importante que detener a quienes atacan los lugares cristianos, es que esos incidentes no salgan en los medios y tienen mucho éxito. De hecho, sólo unos pocos medios locales se molestaron en informar de estos últimos allanamientos, los grandes medios internacionales los han ignorado directamente.
La simple y triste realidad es que, según todos los testimonios, el cristianismo está a punto de desaparecer allí donde nació, Belén incluida, como explica Justus Reid Weiner, abogado e investigador que conoce bien la región.
La persecución sistemática de los árabes cristianos que viven en las zonas palestinas es recibida con un silencio casi total de la comunidad internacional. Los activistas por los derechos humanos, los medios y las ONG, en una sociedad donde los árabes cristianos no tienen voz ni protección, no es de extrañar que se estén marchando.
Los terroristas eligieron a los que portaran algún símbolo o tuvieran nombre cristiano para después asesinarlos
Saltamos hasta África donde, de nuevo, los católicos de Burkina Faso han sido víctimas de un ataque terrorista por parte de fundamentalistas islámicos. En este caso, cuatro cristianos fueron asesinados la pasada semana por hombres armados todavía no identificados en la localidad de Bani, situada a 10 kilómetros de Bourzanga, en el norte del país, informa Religión en Libertad.
Según informa el padre Victor Ouedraogo, director del Centro Diocesano de Comunicación, los terroristas eligieron a los que portaran algún símbolo o tuvieran nombre cristiano para después asesinarlos.
A continuación, estos hombres armados procedieron a identificar a los vecinos para comprobar si llevaban signos cristianos como cruces o medallas, o si tenían nombres cristianos. Los cuatro asesinados, según las fuentes locales, llevaban un crucifijo al cuello. Además de asesinarlos quemaron la tienda de una de estas víctimas.
El Centro Diocesano de Comunicación recuerda que con este atentado son ya 12 los cristianos asesinados en los dos últimos meses a manos de terroristas. Según Ouedraogo, la actuación de los asesinos “ilustra que se trata de ataques selectivos contra cristianos”.
“Ante los ataques cada vez más frecuentes y las amenazas crecientes, muchos cristianos han comenzado a abandonar sus localidades para acudir al centro de las parroquias”, recuerda.
En la India, cada día más cristófoba, un católico fue linchado hasta la muerte por los nacionalistas hindúes
Y nos vamos a la India. El homicidio de un católico de Jharkhand, asesinado por los nacionalistas hindúes “protectores de las vacas”, “e ignorado por todos” lo denuncia a AsiaNews John Dayal, secretario general del All India Christian Council y presidente del All India Catholic Union. Ramesh Minj, de 37 años, fue linchado a muerte por una multitud furiosa de radicales en agosto de 2017. El activista católico protesta: “Su muerte ni siquiera entró en el debate sobre las persecuciones de los cristianos. Ninguna Ong cristiana se ocupó del caso. La familia todavía espera justicia”.
Dayal narra la cuestión del problema del católico linchado: “Vivía en el pueblo de Tingaru, en el distrito de Palamu, que en su mayoría tribal Orao. Desde 2007 estaba casado con Anita. Ramesh Minj era un hombre talentoso: en la estación de la siembra, guiaba un tractor; en las otras estaciones, conducía un taxi bolero para el transporte de pasajeros. Una multitud de 120 personas lo golpeó porque lo acusaba de haber matado un ternero”. El hombre fue arrestado y llevado a la comisaría en Bhandaria. La esposa logró verlo antes que muriese en la celda. Contó que tenía una pierna quebrada y el cuerpo hinchado por los hematomas. La policía incriminó a 17 personas, pero ninguno fue arrestado. Sus restos fueron sepultados en el terreno de un bosque de salas.
Dayal acusa a los policías que se ocuparon del caso de Ramesh Minj: “No han querido arrestar a los potentes políticos, instigadores de la multitud”. Él los considera “responsables de la muerte del católico a causa de su ineficiencia e indiferencia”. Además subraya que “su caso fue dejado de lado hasta en las discusiones inspiradas por el Sangh sobre la prohibición del comercio de la carne de vaca. La prohibición demuestra que las muertes se refieren no sólo a los musulmanes o los dalit, pero también a los cristianos. En práctica, personas de cada religión”.
Este caso, concluye, “debe ser una campana de alarma para la Iglesia y las comunidad católica: lo que afecta a los musulmanes, al final también puede afectar también a los cristianos y a las otras minorías religiosas. Porque esta es la naturaleza del Hindutva, desencadenada en los últimos 10 años: bestial, violenta y ´política”.