Se acaba de ultimar el inútil Pacto de Estado contra la Violencia de Género, firmado por los partidos con opción a gobernar, que no son nada más que todos aquellos dispuestos a comulgar sin rechistar con el NOM (Nuevo Orden Mundial) que propugna la ONU (Organización Naciones Unidas) que no va a solucionar nada pero va a llenar los bolsillos de muchos. Este Pacto incluye alrededor de 200 medidas y un presupuesto de 1.000 millones de euros para los primeros 5 años. ¡Ahí es nada! Entre las medidas previstas, se incluyen prevención y formación en los centros escolares, prevención sanitaria, protección de los huérfanos, supresión de la custodia compartida, revisión del derecho de dispensa para declarar, creación de unidades de apoyo y refuerzo de la seguridad. Un montón de macro herramientas aparentemente justas y necesarias menos por lo más importante: qué hacemos con el hombre maltratador que sí maltrata y qué hacemos con el hombre maltratador que no maltrata pero sí es víctima de denuncias falsas, que las hay, bastantes, muchas, más de lo que imaginamos. La violencia de género se ha convertido en la herramienta política para rasgarse las vestiduras, enervar a la sociedad y lucrarse con unas medidas que se han demostrado estériles. Muchos se preguntan -muchos hombres apartados de sus hijos injustamente por una ley injusta- si no será hora de pedir responsabilidad a políticos e implicados en el tema, dado las muy costosas prácticas y lo inútil que ha demostrado ser año tras año. Pongamos el zoom en algunos de los aspectos menos higiénicos de este Pacto: 1º La ampliación de la condición de víctima a las mujeres que no han denunciado. Imaginen ustedes la que se avecina convirtiéndose en un macro negocio para muchas mujeres y todos los despachos que tramiten este proceso para cobrar tales derechos. Y lo que esto va a suponer para el supuesto hombre, porque si una mujer se considera víctima, aunque no denuncie, automáticamente hay un maltratador en la sombra al que habrá que meter en chirona, y algo más. 2º La educación en los colegios para "prevenir el machismo", que no es otra vuelta de tuerca más para seguir adoctrinando con carta blanca y dejar a los padres al margen de la educación para que nuestros hijos oigan con obligación lo que terceros a los que no tenemos el gusto de conocer les llenen la cabeza de lo que ellos quieran. Los padres, para el Estado, solo valemos para pagar las facturas de los hijos y asumir la responsabilidad civil hasta la mayoría de edad. 3º Se controlará a los medios de comunicación, por si alguno -como este mismo, y yo que lo firmo-, discrepamos con la ley y considerarán que hacemos apología machista. ¡Ya veremos! 4º Se pone de manifiesto el agravante por género: se castiga al hombre por ser hombre, y se viola el artículo 14 de la Constitución: el principio de igualdad. 5º Se viola el principio de presunción de inocencia del hombre. Eso ya se hace, no es novedad, lo único que se añade es la mera sospecha de terceros, no de la propia víctima. El hombre cada vez más acorralado, cada día más neutralizado. 6º Se sigue apoyando la idea de que la mujer no es violenta (simplemente por el hecho de ser mujer) y por lo tanto se sigue sin contemplar la más que posible violencia y maltrato contra el hombre. 7º Gran número de las subvenciones no llegan a las supuestas víctimas. Se quedan en los despachos para cubrir las costas, sabiendo que las prebendas económicas llegan sí o sí, aunque se presenten denuncias falsas. 8º Soluciones sin solución. Me explico: la mujer maltratada no está protegida, porque al verdadero maltratador no le importan las consecuencias ni tan siquiera la orden de alejamiento. El verdadero maltratador en poco tiempo sale de la cárcel, si cabe más envenenado y dispuesto a ejecutar su justicia personal. ¿Para qué tanto dinero si las medidas no son realmente eficaces? Y tantas mujeres desasistidas se llevan a engaño pensando que la justicia les protege y la sociedad le comprende, porque ven algunos minutos de silencio en plazas públicas de las que los verdaderos hombres que matan a sus mujeres se ríen en la cárcel o en su casa. Y ya puestos, hagamos un repaso a los datos del año 2016 para saber si se justifica tal desembolso en promocionar esta ley injusta y por qué no se hace con otros sectores claramente justificados como, por ejemplo, en accidentes de tráfico: 1.160 fallecidos; en accidente laboral, 607 fallecidos; suicidios diarios, 10 fallecidos. ¿Se hace un desembolso igual o parecido para subsanar esto mismo frente a la muerte de 46 mujeres de un colectivo de más de 22.000.000 en España? ¿Qué motivos -ocultos- hay para un pacto de Estado de esta dimensión? La violencia de género es, como los derechos LGTBI, una red de entidades (plataformas, asociaciones, despachos de abogadas...) con intereses creados a su alrededor, donde unos pocos manipulan a muchos para ganar dinero. Toda propuesta va en dirección al adoctrinamiento ideológico y las subvenciones a políticos, sindicatos y asociaciones, que son al fin y al cabo los que mueven la mamandurria... No hay propuestas de soluciones reales porque es un negocio. La realidad es tozuda y demuestra que lo que se ha hecho hasta hoy no ha solucionado nada y en vez de hacer autocrítica, piensan que lo mejor es seguir apretando al hombre, verdadero chivo expiatorio de este aquelarre políticio-feminista. Conozca realmente qué es la ley de violencia de género (Sekotia), de Alsa Librum (seudónimo). Un breve repaso a la Ley donde se desvelan la ineficacia, las consecuencias de su aplicación y algunas argucias feministas y legales para provocar los resultados que la justifican y la hacen valiosa de cara a la sociedad. Condena sin proceso (Un libro en el bolsillo), de Julio Moreno-Dávila. Novela con el planteamiento de las asociaciones que validan la Ley para obtener ciertas prebendas económicas y sociales. Muy actual y verdaderamente ilustrativa la historia. El lector conocerá qué hay detrás de cada uno de los personajes. La ideología invisible (Libros Libres), de Jesús Trillo-Figueroa. Este abogado del Estado, ensayista de éxito, en 2006 publicó esta obra que alumbraba los pasos a seguir de Rodríguez Zapatero con sus imposiciones ideológicas de corte feminista radical, homosexualista y antifamilista. Nunca pudo haber imaginado Trillo-Figueroa qué acertadas estaban sus tesis sobre el avance rosa y hasta dónde hemos llegado. El propio autor se sorprende de sí mismo y sus páginas desgraciadamente para todos son de rabiosa actualidad. Humberto Pérez-Tomé Román @hptr2013