Cuando, en algunos ambientes, se respira un clima de indiferencia, o de ataque frontal, más o menos velado, a los verdaderos valores humanos y cristianos. La conciencia bien formada impulsará al cristiano a cumplir las leyes como el mejor de los ciudadanos, y le urgirá también a tomar posición respecto a las normas contrarias a la ley natural que pudieran alguna vez promulgarse. El Estado no es jurídicamente omnipotente; no es la fuente del bien y del mal.
"Es obligación de los católicos presentes en las instituciones políticas -enseñan los obispos españoles- ejercer una acción crítica dentro de sus propias instituciones para que sus programas y actuaciones respondan cada vez mejor a las aspiraciones y criterios de la moral cristiana. En algunos casos puede resultar incluso obligatoria la objeción de conciencia frente a actuaciones o decisiones que sean directamente contradictorias con algún precepto de la moral cristiana" (Conferencia Episcopal Española, Testigos de Dios vivo, 28-VI-1985, n. 64, e).
La protección efectiva de los bienes fundamentales de la persona, el derecho a la vida desde la misma concepción, la protección del matrimonio y de la familia, la igualdad de oportunidades en la educación y en el trabajo, la libertad de enseñanza y de expresión, la libertad religiosa, la seguridad ciudadana, la contribución a la paz internacional, etcétera, forman parte del bien común, por el que deben luchar los cristianos (Idem, Los católicos en la vida pública, 22-IV-1986, n. 119-121).
El cristiano no debe y no puede prescindir de su fe en ninguna circunstancia
No se trata de convertir el mundo en una gran sacristía, ni los hogares en conventos, ni la economía en beneficencia... Pero, sin simplificaciones ingenuas, la fe debe informar el pensamiento y la acción del cristiano porque jamás, en ninguna circunstancia, en ningún momento del día se debe dejar de ser cristiano, y de conducirse y de pensar como tal.
Se han aprobado recientemente leyes que van contra la Constitución y contra la ley natural, además de contra la biología y la dignidad de la persona y son claramente inconstitucionales y dañinas para el bien común. Ya no solamente se atenta contra la vida, cometiendo verdaderos asesinatos con los inocentes concebidos y no nacidos. Sino que ahora van a por nuestros hijos y nietos y hay que decir: ¡basta ya!
Tenemos cerca unas elecciones, empecemos por no votar a aquellos partidos que de una forma clara o solapada defienden o admiten leyes que atentan contra la vida, la integridad física y moral y someten a tortura, penas y tratos inhumanos y degradantes, como las leyes recientemente aprobadas: la del “si es si”, del aborto, o la ley trans.
Constitución Española, artículo 15: Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura y a penas o tratos inhumanos o degradantes.
¿Qué tortura de por vida no tendrá un hijo nuestro que con 14 o 16 años se cambia de sexo y le ablandan el clítoris o le castran, y luego se da cuenta del error cometido; y la de los padres que quedan inhabilitados para ayudarles?
Pido que estas leyes aunque hayan salido en el BOE, sean cautelarmente inhabilitadas por la judicatura, hasta que el Tribunal Constitucional, las declare Constitucionales. Es un primer paso. ¿Dónde está el Juez que nos defienda?