¿Quiere usted ser sabio, un erudito, un intelectual, muy por encima de sus congéneres? Sencillito: lea libros. Un par de ellos bastará. En un mundo de pantallas de lectura rápida, aquel que sea capaz de profundizar en una idea más allá de la segunda página se convierte en el sabio del mes, el que sabe más que Lepe, Lepijo y su hijo.
La pantalla es superficialidad porque no te da tiempo a ir más allá del titular o del dibujo y porque el autor teclea, no escribe con su mano sino a golpes... y esto es más importante de lo que podemos pensar literalmente a través de su mano. Recuerden a Eugenio D'Ors: yo sólo pienso cuando hablo, leo o escribo.
¿De dónde le viene la superficialidad al mundo actual, así como esas reacciones tan extrañas, esa ignorancia tan palmaria que vemos en la juventud? Pues de que nos hemos convertido en lame-pantallas. No articulamos palabras ni analizamos textos, sólo tocamos. No pensamos, sólo repetimos eslóganes.
Urge volver al libro, a la prensa vegetal, a la pluma... No es nostalgia, es supervivencia: nuestra y de nuestra razón
Hay que superar la maldición de Bill Gates, pronunciada 40 años atrás cuando este personaje nefasto, uno de nuestros peores ciudadanos, aún andaba haciéndose millonario con Windows a costa de estafar a la IBM: hay que hacer que el bolígrafo se les caiga de la mano. Y lo consiguió, el muy...
Encima, cuando se ha hecho multimillonario gracias a la humanidad, se ha pasado definitivamente al lado oscuro de las fuerzas y ahora está empeñado en hacer desaparecer a esa humanidad que le hizo millonario.
Gates ha triunfado, a la gente se le ha caído el bolígrafo de las manos. Y eso es peligroso, porque el mundo a través de una pantalla y la libertad de expresión sin caligrafía desembocan en un mundo deformado y un poco atontado.
Vivimos en un mundo de pantallas donde el ser humano ya no tiene caligrafía, ergo no crea. Ahora golpea teclas y lee telegramas en el ordenador. Nuestra capacidad de concentración ha caído en picado. Urge volver al libro, a la prensa vegetal, a la pluma.
Nos hemos convertido en lame-pantallas. Tampoco escribimos, sólo tocamos, no pensamos, sólo repetimos eslóganes
No es nostalgia, es supervivencia: nuestra y de nuestra capacidad de raciocinio. Necesitamos pensar antes de hablar y escribir. No nos vendría mal aquello de no saber que corregir no era tarea fácil.
Por contra, nos hemos convertido en lame-pantallas. Tampoco escribimos, sólo tocamos, no pensamos, sólo repetimos eslóganes.
¡Ah! y escribimos tantos mensajes sin corregir que el receptor se las ve y desea para entender qué es lo que queremos decir, aún cuando en un 99% de los casos se trate de mensajes insustanciales.
Vivimos demasiado deprisa. Y de esa vida atolondrada no puede salir nada bueno.
Todo porque se nos cayó el bolígrafo de la mano, tal y como quería el puñetero de Bill Gates.