En el anterior articulo hablé del Manifiesto y hoy lo hago de la Manifestación; dos hechos sucedidos recientemente, a finales del pasado mes de enero y que pienso que pueden ser un punto de inflexión en la forma de influir en la política.

Asistí a muchas de las primeras que empezaron a convocarse cuando la izquierda alcanzó el poder y gobernó durante 14 años, con Felipe González, como presidente del Consejo de Ministros. Convocadas por partidos de la oposición o sindicatos, se protestó por leyes como las de educación, el trabajo y otras. Ahí empezó la vacunación –ninguna sirvió de nada– contra las manifestaciones por parte de los gobiernos correspondientes. Las de la derecha, siempre pacíficas; las de la izquierda, siempre con alguna violencia. Y hubo algunas en cantidad de asistencia como nunca más se han visto.

En consecuencia creo que las manifestaciones, concentraciones y demás, convocadas preferentemente por partidos políticos, no tienen ninguna eficacia. Las convocadas por la izquierda puede que tengan alguna, por lo violentas y porque la derecha, se acogota.

La del pasado 21 de enero, ha tenido la particularidad de ser convocada por asociaciones, plataformas y organizaciones civiles no supeditadas al Gobierno de turno. Sí es cierto que algún político estuvo presente, pero fue más a título personal. Y eso fue bueno, muy bueno.

La del 21 de enero ha tenido la particularidad de ser convocada por asociaciones, plataformas y organizaciones civiles no supeditadas al Gobierno de turno. Algún político estuvo presente, pero fue más a título personal

Las democracias actuales, hasta las mejor acreditadas están siendo invadidas y atacadas por totalitarios disfrazados de progresistas y populistas; pero no son sino preferentemente socialistas y comunistas que, al haber perdido el discurso de la dictadura del proletariado y la lucha de clases, lo han cambiado por la ideología de género enfrentando a la mujer contra el hombre, además del enfrentamiento contra la propia biología y la especie humana.

Ahora ya no son los proletarios, son las clases populares el objetivo de sus deseos. Eso es lo que se define por populismo. Es decir, las personas más desfavorecidas o vulnerables. De manera que cuando Occidente estaba alcanzando una base social muy grande de clases medias, lo primero que hacen es socavar la educación y luego la economía, para conseguir esa clase popular lo menos formada posible y lo más pobre posible que dependa para su subsistencia del Estado: subvenciones, ONG (que dependen totalmente del gobierno), IMV, bonos o cheques, etc.

Y la sociedad se encuentra inerme ante estos Demócratas dictadores, a los que no se les caen de la boca las palabras gente y pueblo porque los han elegido en unas elecciones en las que les han prometido hacer unas cosas y luego hacen otras muy distintas. Y enfrentan instituciones, y crean inestabilidad política y de convivencia, menos la suya.

Y así nos encontramos con que el pueblo soberano solo puede decir algo cada cuatro años o más en unas elecciones que cada día pueden ser más manipulables, eso si no cambian las reglas democráticas a su conveniencia y de forma espuria en el camino.

Las democracias actuales están siendo invadidas y atacadas por totalitarios disfrazados de progresistas y populistas; pero no son sino preferentemente socialistas y comunistas que, al haber perdido el discurso de la dictadura del proletariado y la lucha de clases, lo han cambiado por la ideología de género. Y las clases populares son su objetivo

Véase lo que ha hecho el TC al día de hoy sobre las recusaciones y abstenciones, que legalmente son de libro, pero como diría un castizo: Se las han pasado por la piedra. Sirva esto de ejemplo. No hacía falta presentar ningún recurso contra cuatro componentes del Tribunal, tenían que haberse recusado de motu proprio. Y no hacer violencia, ante quien sí quiso y presentó su abstención. ¡Buen ejemplo de respetar la libertad, y la independencia!

Y vuelvo a preguntar: ¿qué puede hacer el pueblo, las gentes, los ciudadanos de una nación, cuya soberanía reside en ellos según la Constitución que los ordena, ante gobiernos o políticos autócratas, que sacan leyes que son una chapuza y dañinas, que no dimiten aún a sabiendas de que prevarican, que corrompen la justicia…?

Creo que habrá que instrumentar un método de acción o forma de actuar por parte de la sociedad civil, que nos permita exigir entre periodos electorales, a cualquiera de los tres poderes que administren correctamente y de acuerdo con las reglas de convivencia que nos hemos dado, el poder del que son delegados. Y si no es así, mandarlos a su casa inmediatamente. Lo que no debemos admitir, por principio, es que nos gobierne una persona que nos ha mentido una y otra vez.

Un principio es la manifestación del pasado 21 de enero, convocada sin intervención de los políticos*.

¿Qué pasaría, si la sociedad civil promoviese concentraciones el mismo día y a la misma hora en todas las capitales de provincia y en todos los ayuntamientos de España, pidiendo la dimisión o destitución automática del presidente Sánchez? Es una primera propuesta.

*Por cierto, cuando el Real Madrid gana alguna competición, liga, copa, etc. lo celebra en la Plaza de la Cibeles y siempre se dice que asisten como mínimo 200.000 personas. En las imágenes, que TVE no dio de la manifestación, se veía mucha más gente que en esos eventos.