Como recogió Hispanidad, el Tribunal Constitucional (TC), después de 13 años, desestimó el pasado 9 de febrero por mayoría -siete votos frente a cuatro- el recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP contra la Ley del aborto de 2010, conocida como Ley Aído y aprobada durante el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
El ponente del recurso -que avalaba casi toda la ley de 2010, aunque sugería dar más información a las madres y proteger más la objeción de conciencia- fue el juez Enrique Arnaldo que, como contó Hispanidad, aseguró que si su borrador no obtenía un apoyo mayoritario del tribunal, él no iba a redactar un nuevo escrito. Y ahora se encargará de redactar la ponencia definitiva la juez progresista Inmaculada Montalbán, que por supuesto, avalará el aborto.
Ante ello, el Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia (UCV) y la Asociación de Investigadores y Profesionales por la Vida (CIVICA) han elaborado un manifiesto ante el pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre el recurso de inconstitucionalidad de la Ley del aborto, ha informado el propio observatorio.
A esta iniciativa se han sumado ya más de 200 personalidades, entre ellas Jaime Mayor Oreja, Mónica López Barahona (presidenta de la Fundación Jerome Lejeune España) o María San Gil.
El manifiesto merece la pena leerlo en su integridad y por eso lo reproducimos a continuación:
Antecedentes
El Tribunal Constitucional (TC), en la sentencia 53/1985 a raíz de un recurso interpuesto por el senador D. José María Ruiz Gallardón, comisionado por 54 Diputados de las Cortes Generales sobre la Ley española del aborto de 1985 señaló que “la vida del nasciturus, en cuanto éste encarna un valor fundamental –la vida humana– garantizado en el art. 15 de la Constitución, constituye un bien jurídico cuya protección encuentra en dicho precepto fundamento constitucional”. El art. 15 de la Constitución establece que “Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes”.
Tras 37 años de aquella sentencia, al poco de su renovación, el TC da marcha atrás, publicando el 9 de febrero de 2023 la Nota Informativa nº 9/2023. Al no obtener el apoyo del Colegio de Magistrados, su presidente, Cándido Conde-Pumpido Tourón ha solicitado a la vicepresidenta Inmaculada Montalbán que proceda a elaborar una nueva resolución que desestime el recurso de inconstitucionalidad.
Este nuevo posicionamiento del TC desprotege totalmente al nasciturus, al considerar que el no nacido no encarna un valor fundamental, el de la vida humana, y que, por tanto, no es titular del derecho a la vida, bien constitucionalmente protegido por el artículo 15 de la CE.
Se promueve así la definitiva consagración de la muerte del embrión o el feto como un derecho de la sociedad en general y de la mujer gestante en particular, incluidas las menores de edad que pueden abortar sin necesidad del permiso parental.
Han sido ya muchos años los que venimos reflexionando y preguntándonos cómo es posible que cuando la Ciencia ha demostrado de manera inapelable que la vida humana comienza en el momento de la fecundación, la civilización occidental se haya ensañado en destruir esa vida en su etapa inicial de desarrollo.
Es una contradicción insalvable desde la perspectiva del Derecho proteger la vida del hombre después del nacimiento y condenarla antes. ¿Cómo se ha llegado a semejante crueldad?
A pesar de su dificultad, lejos de nosotros, de cualquier persona consciente de la dignidad del ser humano, el desánimo o la renuncia a una de las más bellas empresas: la defensa del inocente en su etapa más vulnerable.
Por todo ello, declaramos el siguiente
Manifiesto:
1. La evidencia científica confirma la existencia de una vida humana a partir del momento de la fecundación. Los avances en el conocimiento del desarrollo embrionario no permiten establecer ningún cambio en cuanto a la naturaleza de este ser humano. Como ya se afirmó en el conocido “Manifiesto de Madrid” de 2009, y recuerda una vez más con argumentos más sólidos: «el cigoto es la primera realidad corporal del ser humano»; «el embrión (desde la fecundación hasta la octava semana) y el feto (a partir de la octava semana) son las primeras fases del desarrollo de un nuevo ser humano»; «la naturaleza biológica del embrión y del feto humano es independiente del modo en que se haya originado, bien sea proveniente de una reproducción natural o producto de reproducción asistida»; «un aborto no es sólo la “interrupción voluntaria del embarazo” sino un acto simple y cruel de interrupción de una vida humana»; «el feto, en el claustro materno no forma parte de la sustantividad ni de ningún órgano de la madre, aunque dependa de ésta para su propio desarrollo».
2. Negar el derecho a la vida a un ser humano por ser inmaduro supone arrogarse la capacidad de otorgar o retirar la dignidad merecedora de derechos a los individuos más frágiles e indefensos, cuyos precedentes históricos han resultado devastadores en todo caso. Frente al «todos tienen derecho a la vida», el derecho a la vida ya no es para “todos”, sino solo para los nacidos. Se da paso así, a una desigualdad y/o discriminación entre vidas humanas que merecen o no ser protegidas.
3. El fin del aborto es terminar con la vida del ser humano en sus etapas iniciales de desarrollo. Abortar es más que torturar o tratar a alguien de forma inhumana o degradante. Abortar es matar. Constituye un atentado contra la vida del nasciturus y la salud de su madre, como evidencian numerosos trabajos científicos. Por lo tanto, no puede afirmarse que el aborto contribuya a la salud en ningún caso de ninguno de los implicados, ni puede justificarse en nombre de la libertad de la mujer, que no puede disponer de la vida de su hijo.
4. Considerar el aborto como un derecho de la mujer constituye una perversión: negar el derecho a la vida de algunos para afirmar el derecho de otros a extinguirla supone un grave atentado contra la dignidad humana.
5. No facilitar a las mujeres que experimentan un embarazo no deseado toda la información relativa a la naturaleza del aborto y sus consecuencias, así como de las alternativas que le permitan continuar con la gestación, es atentar contra su autonomía y su capacidad de decisión libre.
6. Debe recordarse que nosotros mismos, en un momento dado de nuestra existencia, no tuvimos voz; y algunos, dentro de un tiempo, nos volveremos a quedar sin ella, y para subsistir tendremos que asirnos a la compasión de quien quiera compadecerse de nuestra frágil situación. «La calidad de una civilización se mide por el respeto que le profesa al más débil de sus miembros». (Jérôme Lejeune)