Pero si ese es el camino 

del que no hace, más consiente,
me haré santo solamente 
con aceptar mi destino:

el del mancebo que, mudo,
de una sábana cubierto 
vio a Cristo que iba a ser muerto 
la tiró y huyó desnudo. 
 
Hoy Cristo sale a morir 
para atestiguarlo, pues,
como sigue mi vida, después 
del deseo de vivir.

 

Anónimo