En nuestras empresas, por el empuje del ambientalismo, en nombre del buen gobierno se paraliza la toma de decisiones y se alienta la funcionarización del empleado. Yo hago lo que me hayan dicho -por escrito, a ser posible- que haga. El empresario y el gestor renuncian a su libertad en pos de su seguridad, de que no me pillen en un renuncio, según lo políticamente correcto: ideología de género, sostenibilidad, etc.
Así nace la burocratización de las empresas, más pendientes del ESG (Environmental, Social and Governance, es decir, ambiental, social y gobernanza) que de rentabilizar la propiedad y de servir al bien común. Este es un mal que afecta menos a las pymes que a las grandes empresas, el principal objetivo del capitalismo, que odia todo lo pequeño y la ESG, con toda su parafernalia, sólo es para los grandes.
La esclerosis empresarial múltiple de las grandes compañías. Toda la acción social de las empresas ha quedado secuestrada por lo políticamente correcto: por la aberración de la ideología de género
En otras palabras, la actual obsesión, generalmente impuesta por la ley y por los reglamentos, de la ESG está provocando una esclerosis empresarial múltiple de las grandes compañías. Mismamente, toda la acción social de las empresas ha quedado secuestrada por lo políticamente correcto. Principalmente, por la aberración de la ideología de género. De esta forma, la acción social de las grandes compañías ha quedado anulada. Un despilfarro que de poco sirve al bien común.
Así que una de la asignaturas pendientes de la actividad empresarial, en 2024, consiste en liquidar las normas de buen gobierno y dedicarnos a producir más para el bien común y a pagar más salarios y menos impuestos.
Cuidado con el viejo binomio del cinismo anglosajón: primero elevación, luego castración. Para evitarlo, habrá que implantar un nuevo binomio: primero la economía y luego la ecología y hasta un tercero; primero el ser humano, luego el sistema... de buen gobierno
El resto es repetir el viejo binomio del cinismo anglosajón: primero elevación, luego castración. Y para evitarlo, habrá que implantar un nuevo binomio primero la economía y luego la ecología y hasta un tercero; primero el ser humano, luego el sistema... de buen gobierno.
En serio: cerremos los departamentos de ‘compliance’ y que los políticos se tomen en serio las ocho palabras malditas contra las que advertía Ronald Reagan: “Soy del Gobierno y he venido para ayudar”.