La mujer en el sentido más amplio, con su identidad como activo principal. Lo que es en el sentido más contextual por razones de su sexo y por lo tanto los condicionantes que le hace ser lo que es y como es como persona, es decir, como reflejo de un activo social del que sin duda comparte espacio con el hombre y debiera serlo en iguales condiciones que él, pero no por un igualitarismo que obliga a no diferenciarse, sino en igualdad. Quiero distinguir igualitarismo de igualdad porque la primera no admite la libertad de ser, de querer ser, ni tan siquiera con lo más importante de ese ser de la mujer respecto del varón, y viceversa, que es la complementariedad. Complementariedad, otra de esas palabras que espanta a los que rigen las ideologías contemporáneas, porque la masa dominada se fragmenta. Y lo peor, rompe con la estrategia del enfrentamiento hombre-mujer, que sin duda es una de las estrategias sociopolíticas que más rédito le ha dado a la izquierda, y ahora también al Partido Popular, que lo practica con guante blanco. ¿Pero qué está pasando con el feminismo? ¿Por qué este empoderamiento de la mujer contra el hombre? ¿Por qué mujeres de toda edad y condición se han radicalizado con este feminismo contaminante que lejos de propugnar la igualdad entre sexos busca la anulación del hombre? ¿Por qué los medios de comunicación se rasgan las vestiduras por hechos, que en la mayoría de los casos se desconocen las causas, victimizando a la mujer y creando una raza aparte de verdugos que somos todos los hombres? ¿Por qué frases tan vergonzantes como la del Presidente de Extremadura, señor Vara, que para felicitar el año (Minuto 6,05), tiene que hacer un ridículo esperpéntico diciendo que "los hombres matamos a las mujeres por haber nacido mujeres…"? ¿Es necesario ser tan cretino para parecer que eres moderno y contentar a un puñado de feministas que en el fondo ni ellas mismas se lo creen porque saben que es mentira? Leyes y más leyes que pretenden armonizar pero sabemos que rompen y vuelven a romper a la sociedad porque cada vez más aíslan al hombre de la mujer, a la mujer del hombre, y en medio los hijos, como víctimas propiciatorias. Y entonces, ¿quién educa a los chicos en valores si los progenitores no son ese modelo de paz y amor que debieran ser? Pues el Estado y sus modelos sociales, por los líderes de fantasía que montan en las carrozas de Reyes Magos, las series de TV o películas para público infantil de determinadas factorías… E impuestos por leyes que arrinconan a los verdaderos responsables de educar, que somos nosotros, los padres. Para todo esto hay una herramienta imprescindible: el feminismo radical que como materia prima hace uso de la mujer contra el mundo, quedando sola ante sus decisiones personales como su identidad personal, el aborto y todos sus derechos, vacíos de obligaciones y responsabilidades. El pasado martes día 9, en Radio Ya, en su programa SomosLibro tuve la ocasión de presentar en una tertulia con tres mujeres: Rocío Monasterio, Patricia Camacho y Alicia Rubio donde se debatió ampliamente sobre todo esto. Invito a escuchar el programa y saber cómo conseguir de forma fácil uno de los libros más importantes que se ha escrito sobre este tema: Una revolución silenciosa (Libros Libres), de Jesús Trillo-Figueroa, uno de los ensayistas más preclaros sobre las ideologías dominantes del momento. A vosotras mujeres que como yo... (Grafite, 2003), de Ana María Traver Fábrica. Breve alegato del feminismo de equidad, responsable de su condición de mujer y consciente de su relación con el hombre como un juego indispensable de complementariedad. Del sexo al género (Eunsa), de Mª Isabel Llanes Bermejo. Cuando el sentido común y los conocimientos de medicina aderezados por un máster en Terapia de Conducta se une, lo lógico es un libro como este. Desde un alegato sano sobre el feminismo de equidad, la autora deja ver claro que las políticas de igualdad han generado un desarrollo social de desigualdad clara en contra del hombre. Una obra cercana que pone en la pista de cómo se están retorciendo las voluntades para descubrir finalmente que el derecho de unas no puede anular a otros, eso no es democracia. Los 10 hábitos de las madres felices (Palabra), de Meg Meeker. ¿Es posible que la mujer de hoy, siendo madre, trabajando en casa, atendiendo la administración del hogar, amando y siendo amada por marido, sea feliz? Pues parece ser que sí, aunque otras muchas negarían la mayor para seguir queriendo tener razón. Meeker da hasta 10 trucos de vida para conseguirlo. Otra cosa es que aquellas que ponen en duda su obra se atrevan a probarlo. A lo mejor descubren un horizonte que durante años se les había negado. Humberto Pérez-Tomé Román @hptr2013