California, un Estado que se ha convertido en el Patio de Monipodio de los Estados Unidos -tranquilos, los gringos no saben lo que es eso, así que no se ofenderán-, se ha amotinado contra Elon Musk, el hombre de Tesla que se marchó de California a Texas porque no aguantó la mordaza a la que le sometía el progresismo vigente en el Estado del Pacífico. El progre siempre siente vocación de censor y cuando logra imponerse somete a las sociedades a lo políticamente correcto. Esto se concreta en una censura feroz, no promulgada pero sí aplicada hasta con crueldad: ¡pobre de aquel que se salga de lo políticamente correcto!
La clave está en lo que le dijo Ted Cruz a Jack Dorsey, creador de Twitter: ¿Quién le ha constituido a usted en juez para decidir qué es lo que los norteamericanos pueden decir o lo que no pueden decir?
Elon Musk ha tomado Twitter y ha inscrito un mensaje: "El pájaro -símbolo de Twitter- está libre". La historia financiera de la operación ya la hemos contado en Hispanidad y la pueden leer en muchos otros medios. Pero lo importante es que, lo hiciera o no con esa intención primera, lo cierto es que Musk se ha gastado la friolera de 44.000 millones de dólares para hacerse con una red social que no ha conseguido el éxito de beneficios de la más peligrosa de todas las redes sociales (sí también es una red): el buscador Google.
Y nada más llegar, Musk ha despedido al equipo directivo, los fautores del lápiz rojo. No sufran por ellos: se han llevado una caterva de millones así que no pasarán apuros a fin de mes.
Lo que censuran Google, Facebook y Twitter es el pensamiento cristiano. Ni más ni menos
Porque la clave de la operación Tesla-Twitter está en lo que le dijo el senador Ted Cruz a Jack Dorsey, creador de la red del pajarito: "¿quién le ha constituido a usted en juez para decidir qué es lo que los norteamericanos pueden decir o lo que no pueden decir?".
Y lo malo de un censor no sólo es que censure sino aquello que censura. En el caso de Google, Facebook y Twitter, lo que censuran es el pensamiento cristiano. Ni más ni menos.
Así que cuando me dicen si me fío de Elon Musk respondo que no: demasiado atrabiliario para mi gusto. Ahora bien, en Twitter, en Google y en Facebook no confío, que es mucho peor.
Musk ha tomado Twitter: menos mal. El pájaro ha salido de la jaula.