Comenzamos esta crónica semanal sobre cristianos perseguidos en Myanmar (antigua Birmania), donde las iglesias cristianas y los templos budistas sufren continuas incursiones militares y violentos registros por parte del ejército birmano, que busca presuntos activistas o supuestas actividades ilegales.
Como se recordará, en Birmania hubo un golpe de el pasado 1 de febrero cuando los miembros elegidos democráticamente del partido gobernante, la Liga Nacional para la Democracia, fueron depuestos por el ejército, que declaró el estado de emergencia durante un año y que asumió el poder en el comandante en jefe de las fuerzas armadas, Min Aung Hlaing. El golpe de Estado ocurrió el día antes de que el Parlamento de Birmania jurara a los miembros electos en las elecciones generales de noviembre de 2020, evitando que esto ocurriera, recuerda Wikipedia.
Desde entonces, el ejército ha hecho redadas en numerosas iglesias cristianas de todas las confesiones en el estado de Kachin, alegando que se estaba llevando a cabo una actividad subversiva. Los militares han entrado para registrar a fondo iglesias cristianas baptistas, católicas y anglicanas en la ciudad de Mohnyin. Las redadas también tienen como objetivo los monasterios y templos budistas de todo el país, informa Fides.
“Estas incursiones son deplorables y constituyen patentes violaciones de la libertad religiosa. Los lugares religiosos son sagrados. Toda la población estigmatiza y se escandaliza por el hecho de que se penetre en un lugar sagrado con armas en la mano, las iglesias y monasterios budistas son registrados con violencia de forma frecuente. Se trata de graves actos de intimidación por parte del ejército que están generando una creciente tensión y hostilidad en la población birmana de todas las etnias y religiones”, señala la fuente de Fides. “Los militares identifican a los jóvenes y a los líderes de la protesta en las redes sociales y luego lanzan operaciones nocturnas para detenerlos”, afirma.
Hemos recibido imágenes de vídeo impresionantes" de personas decapitadas y cuerpos mutilados, confiesa Ulrich Kny (ACN)
Nos vamos ahora a Mozambique, donde la iglesia lleva meses denunciando la extrema violencia con la que Estado Islámico está sellando sus avances en el norte del país, situado en el sureste de África, recoge Religión en Libertad.
“Hemos recibido imágenes de vídeo impresionantes" de personas decapitadas y cuerpos mutilados, confiesa Ulrich Kny, director de los proyectos de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) en el país, "que no podemos compartir porque dañarían la dignidad humana por su brutalidad. Los terroristas yihadistas parecen querer causar el mayor daño posible y siembran el mayor horror en su delirio de destrucción. Nos preguntamos cuántas muertes más tiene que haber antes de que el mundo haga algo para detener esta violencia. Estas vidas parece que no importan".
Recientemente, presidentes de países miembros de la Comunidad de Desarrollo de África Austral pidieron “una respuesta regional proporcionada” ante el terrorismo islámico en el norte de Mozambique y sus atentados "contra civiles inocentes”. Por su parte, ACN pide ayuda para las iglesias locales que están acogiendo miles de refugiados: "Recemos por la gente, por quienes lo han perdido todo y por quienes están desaparecidos o escondidos. El mundo no puede ignorar este drama".
Daré comida y agua a cualquiera que venga a mi puerta”, había dicho el padre Sefer durante su declaración
Y en Turquía, el Tribunal Penal de Mardin dictó una sentencia de 25 meses de prisión contra el monje sirio ortodoxo Sefer Bileçen, reconociéndolo culpable de supuesta complicidad con organizaciones y actividades terroristas, informa Fides.
El sacerdote, miembro del monasterio de Mor Yakup en Nusaybin (antigua Nisibi, actualmente parte de la provincia turca de Mardin), había sido detenido el 9 de enero de 2020 junto con otras dos personas, acusado de haber ofrecido ayuda y cobertura a miembros de las Fuerzas de Defensa del Pueblo (HPG), el brazo militar del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), calificado como organización terrorista por el gobierno de Ankara.
Durante el juicio varios testimonios confirmaron que la supuesta “complicidad” imputada por las autoridades turcas al monje sirio ortodoxo consistió en ofrecer simplemente comida y bebida a personas que decían tener hambre y sed. Un miliciano de las HPG detenido en septiembre de 2019 por las fuerzas de seguridad turcas también había confesado haber visitado varias veces el monasterio donde vivía el monje solo para comer, beber y refrescarse.
El propio monje Sefer Bileçen, en el testimonio hecho público a través de sus abogados, confirmó que había dado comida y agua a los milicianos como una pura muestra de hospitalidad monástica, reservada a cualquier persona necesitada, sin imaginar que las personas acogidas eran miembros del HPG. “Daré comida y agua a cualquiera que venga a mi puerta”, había dicho el padre Sefer durante su declaración. “Tengo que hacerlo”, había añadido, “por mis convicciones espirituales y filosóficas. Y no puedo decir una falsedad, porque soy un monje y un sacerdote”.
Urgen oraciones por los cristianos perseguidos por su fe.