El rojo de antes quemaba iglesias y disparaba a los curas. Ojalá fuera así en 2022. Ahora es mucho más terrible: el progre -o rojo actual- aspira a ser cura, obispo o Papa para "democratizar" la Iglesia. 

La Iglesia enseña que el hijo de Dios se hizo hombre, el progre dice que es el hombre el que se hace Dios.

El rojo de antes aseguraba que la Navidad era una comedura de coco de los curas, el progre de hoy asegura que la Navidad es la era de la filantropía y, probablemente, de la sostenibilidad democrática. 

Yo, que quieren que les diga, prefería al 'rogelio' de antes: era un poco menos peligroso y mucho más sincero, era, además, más sabio y mucho menos hortera.