En Hispanidad hemos advertido de la necedad creciente entre activistas ecológicos: unos tiñen de negro la Fontana de Trevi y otros se encadenan en la catedral de Sevilla.
Estas prácticas se unen a otras de activistas que se han pegado a cuadros, al suelo o al asfalto; o bien se han puesto a lanzar pasteles o hacer ‘topless’. Todo sea para protestar por distintas causas... y si es en tono catastrofista, mucho mejor. Eso sí, sin pagar los daños que causan con sus protestas, por supuesto.
Y la nueva necedad ecologista la cuenta Jara y Sedal, y es que grupos ecologistas de España han comenzado su guerra particular contra el pádel.
Al parecer, y según los ecologistas, este deporte es el responsable del aumento de muertes de aves a consecuencia del impacto contra los cristales que rodean las pistas de pádel, contra las que supuestamente las aves chocan, produciendo su muerte.
Beatriz Sánchez, de la ONG SEO BirdLife, ha etiquetado a ciertos casos de pistas como "una auténtica masacre", según el medio. Desde la ONG aseguran que estas infraestructuras de cristal "suponen una barrera que las aves no identifican como amenaza, produciendo la muerte o heridas por colisión a muchas de ellas", a pesar de su "superdesarrollado sistema visual".
Ante esta situación, Antonio Vercher, Fiscal Coordinador de la Unidad de Medio Ambiente, ha remitido a los fiscales delegados de la red que dirige un escrito donde recuerda que pueden aplicar el artículo 340 bis del Código Penal en materia de maltrato animal, impulsado en la ley animalista de Ione Belarra: "adoptar las iniciativas que fuesen necesarias para evitar o disminuir estas colisiones".