Un ejemplo más de lo que ocurre cuando se iguala a los desiguales.
Antes de iniciar su transición a mujer, en 2012, Alana McLaughlin había pertenecido a las Fuerzas Especiales del ejército estadounidense entre 2003 y 2010, sirviendo varios años en Afganistán como sargento y ganando ocho condecoraciones. Ahora, en su debut en MMA (artes marciales combinadas) la luchadora estadounidense, también conocida como 'The Lady Feral' -la Dama Salvaje-, que mide 1.82 metros y pesa 89 kilos, había tenido muchos problemas para encontrar rival.
McLaughlin se enfrentó a la francesa Celine Provost, a la que venció por sumisión -estrangulamiento por la espalda- tras poco más de tres minutos, en las preliminares de Global Combat en Miami. Según publica Marca, antes de poder pelear, McLaughlin aprobó todos los exámenes médicos, incluyendo un test hormonal realizado por la Comisión de Boxeo del Estado de Florida.
Ahora se ha convertido en la segunda luchadora transgénero, tras Fallon Fox, en competir profesionalmente en un combate de MMA. Fox, que durante su carrera (2012-2014) peleó seis veces, generó una enorme polémica al romper el cráneo a su rival durante uno de esos combates.
Tras su victoria, en el tradicional levantamiento de mano que reconoce al vencedor del combate, McLauglin lucía una camiseta con el mensaje "end trans genocide" (acabar con el genocidio trans). "Si queremos ver más atletas trans, si queremos dar más oportunidades a los niños trans, vamos a tener que abrirnos camino en esos espacios y hacerlo realidad", declaró luego a Outsports.