Con lo bien dispuesto que iba yo hoy, 6 de noviembre, a misa, atravesando el frío de la mañana, las primeras palabras del sacerdote me han hecho perder la devoción:
-Celebramos hoy en España los mártires del siglo XX… -ha anunciado el celebrante…
-“Eso es mentira, porque el siglo XX no ha martirizado a nadie en España” -he replicado al instante, aunque lo he hecho sólo para mis adentros, sin abrir la boca. Faltaría más…
Una cosa es que guardemos las formas en el templo y otra muy distinta es que aceptemos la patraña de los mártires del Siglo XX: serán mártires de la II República
Y en llegando a lo de “reconozcamos humildemente nuestros pecados”, por aquello de que nos invitan a reconocer los “nuestros” y no solo los míos, yo he reconocido que es pecado, por faltar a la verdad, referirse a los “mártires del siglo XX”, para designar a los miles de españoles a los que los socialistas, los comunistas, los anarquistas y los independentistas les quitaron la vida por causa de su fe, durante la II República y la Guerra Civil, en una zona determinada de España. Porque la verdad histórica es que en el territorio controlado por las tropas nacionales que mandaba Franco no hubo ningún mártir: todos los mártires que hoy hemos celebrado en la misa fueron asesinados por determinadas personas y en la zona republicana.
Pero es que, obligarnos a los fieles a asistir a una misa bajo el título de “mártires del siglo XX”, además de ser mentira, es un abuso de poder por parte de la jerarquía que así lo ha decidido, porque saben que, por respeto a encontrarnos en lugar sagrado, no vamos a abrir el pico. Pero claro, una cosa es que guardemos las formas en el templo y otra muy distinta es que aceptemos semejante patraña. Y sobre todo, como es mi caso, si por profesión he dedicado toda mi vida a estudiar la Historia Contemporánea de España.
De todos es conocida la indignación que ha provocado la llamada Ley de Memoria Democrática, tachada justamente de una ley totalitaria, que precisamente pretende ocultar los crímenes cometidos por los socialistas y los comunistas durante la Segunda República y la Guerra Civil, y resulta que la denominación de “mártires del siglo XX” está en plena sintonía con lo que pretende el Gobierno que ha promulgado la ley de memoria democrática.
La persecución religiosa de 1931-1939, de la que son responsables las formaciones políticas mencionadas, es la mayor que ha padecido la Iglesia Católica, por el número de los mártires, en sus dos mil años de existencia
No y no, no son mártires ni del siglo XX ni de la década de los años treinta, ni de todas esas falsas denominaciones que se emplean para no molestar a los titulares del Gobierno actual. Y además de no ser ciertas, todas esas denominaciones son una falta de respeto a los mártires y un fraude doctrinal a la feligresía, porque alimentando a los fieles con falsas doctrinas ni se recristianiza la familia, ni se llenan los seminarios y si llegado el caso se desatase otra persecución, con todos los feligreses juntos no se va conseguir ni siquiera un cuarto de mártir de los que asesinaron los socialistas y los comunistas durante la Segunda República y la Guerra Civil.
La persecución religiosa, de la que son responsables las formaciones políticas mencionadas, por el número de los mártires es la mayor que ha padecido la Iglesia Católica en sus dos mil años de existencia. Sólo en los cuatro primeros meses de la Guerra Civil murieron más mártires en España que en los cuatro siglos de las persecuciones de los emperadores romanos.
Oficialmente los mártires de esta persecución proclamados por la Iglesia ascienden a 2.108, que aumentarán a 2.128 el próximo sábado 18 de noviembre con la ceremonia de beatificación prevista en Sevilla.
La llamada Ley de Memoria Democrática, pretende, precisamente, ocultar los crímenes cometidos por los socialistas y los comunistas durante la Segunda República y la Guerra Civil
Las cosas son lo que son, lo he escrito muchas veces y lo repito hoy. Los documentos de archivo que dan fe de esta persecución dicen a las claras quiénes fueron los verdugos y la saña con la que actuaron. Desde estas páginas de Hispanidad yo mismo he contado muchos casos, como el de tres enfermeras de Somiedo (Asturias), de las que para que no quepa duda de quienes fueron los autores de su martirio, la noche antes de asesinarlas las encerraron en la sede del PSOE de esa localidad para que los afiliados y simpatizantes socialistas abusaran sexualmente de ellas sin límite alguno. Luego las mataron Y entonces… ¿les seguimos llamando a estas tres enfermeras “mártires del siglo XX”?
Javier Paredes
Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.