El pasado 3 de diciembre, el Storting (Parlamento noruego) aprobó -con 157 votos a favor y tan solo 11 en contra- una reforma de la ley del aborto para ampliar desde las actuales 12 semanas hasta las 18 semanas de gestación el límite para abortar. Y fuera de ese plazo, se puede abortar también con la aprobación de una junta médica.
Pero es que, según asegura la agencia CNA (Catholic News Agency), la nueva ley del aborto permite también los abortos selectivos por sexo y los procedimientos de «reducción de gemelos», que significa, muy probablemente, eso que usted está pensando: que se pueda abortar si el sexo del niño que viene no te gusta (porque prefieres un varón a una mujer o viceversa) o que se puede matar a uno de los dos gemelos que se están gestando.
El aborto en sí mismo es matar a un niño en el vientre de su madre, lo cual es una barbaridad. Pero si a ello se le añade el poder matar a un niño porque viene con una discapacidad o porque no te gusta su sexo o porque vienen gemelos y no puedo hacerme cargo de uno de ellos es otra barbaridad, se mire por donde se mire, que no habla muy bien de la civilización occidental.
Con ese motivo, la comunidad parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora en Ålesund, una ciudad portuaria en la costa oeste del país, se reunió el lunes 9 de diciembre -en el que se festejaba la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, que se suele celebrar el 8 de diciembre, pero esta vez al caer en domingo tuvo prioridad el segundo domingo de Adviento- para rezar por los no nacidos, con una misa, una adoración y el rezo del rosario.
El aborto atenta contra la ley natural porque todo el mundo puede saber con su sola razón que matar a un niño en el vientre de su madre es un asesinato.
Y aquí lo explica muy bien la exenfermera abortista María del Himalaya, lo que es un aborto y algunos de los métodos con los que se realiza este asesinato del ser humano más indefenso de todos.
— Karly de Rodríguez (@karlydrodriguez) July 11, 2020