Lo cuenta el libro 'La Inmaculada en el Reino Nuevo', revelaciones de Cristo a la madrileña Margarita de Llano: "La tierra se encuentra empapada de sangre de inocentes y es su protesta los terremotos y las calamidades y las catástrofes". 

Sé que entre muchos intelectuales, también intelectuales católicos, lo espiritual y lo social (política y economía, sobre todo) constituyen dos raíles paralelos que jamás se cruzan. Pero esa visión, reconozco que centralizada, no concuerda ni con la naturaleza humana, el hombre es anfibio de materia y espíritu, ni con el Evangelio cuando, una y otra vez, el mundo espiritual y el material se imbrican, dos partes de una misma unidad. Ejemplo, en Mateo 27, 51-53, cuando Jesucristo, en la cruz "entrega el Espíritu", el evangelista declara: "Y al momento, el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba abajo, la tierra tembló y las piedras se partieron; se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de los santos, que habían muerto, resucitaron. Y saliendo de los sepulcros después de la resurrección de Él, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos". 

Por tanto, ¿se puede relacionar los pecados de los hombres con las catástrofes naturales? Se puede y se debe. El meteorólogo, y el científico en general, no distingue entre causa y culpa, por eso mismo, porque es incapaz de considerar el papel de lo inmaterial... y lo curioso es que, sin considerar lo inmaterial, no es posible comprender lo que ocurre. Nos habríamos olvidado del ingrediente principal de la historia mundo, que no es la materia sino el espíritu, que no es el planeta, sino el hombre y el mundo sobrenatural. Recuerden a Chesterton: o lo natural se sustenta en lo sobrenatural o acaba en antinatural.

En definitiva, el pecado del hombre es el responsable de las catástrofes del mundo. No la industria, ni el mecanismo económico ni el modelo de sociedad. O mejor, sí a todo esto con tal de que sepamos que todo eso depende del espíritu del hombre. Es decir, de su libertad. 

Ergo, la conclusión lógica no es que debamos volver a la caverna, como aseguran los ecologistas, para salvar al planeta: la conclusión, y el objetivo, y nuestro propósito, es el que se escuchamos el Miércoles de Ceniza: "Arrepentíos y creed en el Evangelio". 

¿Parece asegurar usted que la guerra de Ucrania y la más que previsible III Guerra Mundial, que augura Donald Trump, son consecuencia del pecado del hombre, de nuestros pecados? Efectivamente, eso afirmo. Y la profusión de catástrofes naturales y artificiales de 2023, parecen mostrar que andamos muy empecatados. No vendría mal una conversión generalizada. Para evitar terremotos y eso.