El número de hijos por mujer en España se situó en 2023 en el mínimo histórico de 1,12, por debajo incluso del 1,13 registrado en 1998, según la estimación provisional de Funcas. Como sucede con el desempleo, España lidera este ranking en el que también destacan Lituania (1,18), Austria (1,23), Luxemburgo (1,23), Finlandia (1,26), Países Bajos (1,43), Suecia (1,45), Bélgica (1,47) e Irlanda (1,5).
Lo preocupante del informe, además de la escalofriante evolución negativa de la natalidad en el Viejo Continente, es que muestra que para animar a las mujeres para ser madres ya no basta con aumentar las ayudas públicas.
Por ejemplo, en Finlandia se destinaba el 3,3% del PIB a prestaciones familiares y la tasa de fecundidad era uno de los más elevados de la época (1,8 hijos por mujer). En 2022, sin embargo, la tasa cayó hasta 1,32 a pesar de destinar el 2,9% del PIB a ayudas a la familia, uno de los porcentajes más elevados de la UE.
Lo dicho: para aumentar la natalidad ya no basta con aumentar las ayudas públicas según el modelo actual. Urge tomar medidas para revertir la situación, por mucho que Almodóvar predique que traer niños a este mundo es egoísta (que los traigan los inmigrantes, eso sí).
En definitiva, ha llegado el momento de instaurar el salario maternal, tanto para madres que trabajan fuera de casa como para las que trabajar en el hogar, y hasta que el hijo cumpla 18 años. No existe ni existirá nunca mejor inversión que esa.