Bajo el paraguas de "Derechos Humanos", algunas ideologías pretenden destruir la antropología (que no ideología) del ser humano, crean unas referencias sociales que no han más que alterar el orden natural de las relaciones humanas, incluidos los errores que ellos dicen pretender solucionar con globalización y justicia social. Todo empezó en Estados Unidos en los años 50 del pasado siglo y terminó eclosionando en el llamado Mayo del 68, liberando a la mujer de la carga impositiva (¡y por supuesto heteropatriarcal!) de la maternidad, gracias a la píldora anticonceptiva. Sí, digo empezó, y digo bien porque se comenzó a corromper a la mujer, base de la sociedad en la que se sustenta la procreación biológica y el desarrollo afectivo de las personas, abriéndola a un mundo nuevo lleno de plenas satisfacciones en el uso libre de su sexualidad. Es decir, apartando la obligatoriedad de asumir su responsabilidad de un nuevo ser engendrado mientras el varón seguía haciendo su vida, incluso sin enterarse de que había en curso uno nuevo ser a sus espaldas. Dicho así parece que es un acto de justicia, pero no lo es, porque el enfoque no es la paternidad responsable, si no el de disfrutar del sexo como un acto de ocio, o lo que es lo mismo, el amor libre que huye del amor comprometido, aunque lo llamen precisamente eso: hacer el amor, que no es más que un eufemismo que como todos termina confundiendo palabras con hechos reales y por lo tanto relativizando la vida y sus consecuencias. Hoy en día, después de algo más de 60 años, de avance en el desarrollo de las libertades personales y los derechos humanos, nos lleva a que la sociedad tiene asumido que tiene derecho a todo y que las obligaciones son imposiciones a las que hay que rebelarse. El problema, pienso yo, que los derechos deben tener contraprestaciones en las obligaciones y que como tal deben tener responsabilidades y por lo tanto consecuencias. Y sigo pensando que los pretendidos derechos humanos que instituciones globalizantes de ideologías como son la ONU o la OMS y otras franquicias del pretendido Nuevo Orden Mundial, crean nuevas configuraciones humanas que, de no ser personas las que las profesan, podrían rozar el submundo apocalíptico de los zombis. La figura del hombre desde hace más o menos 10 años es perseguida. El varón es el ser humano que se complementa con la mujer para procrear, para educar, para amarse entre sí y a su prole. En definitiva para hacer un mundo mejor. Por eso, para determinados colectivos ideológicos y políticos, el hombre es importante reducirlo a un muñeco Pepote sin defensión, con leyes que le arrinconan o por miedo a ellas reducirle a la mínima expresión. Leyes salvajemente injustas como la Ley Integral de Violencia de Género o la retirada a priori de la custodia compartida de los hijos, alejándole de sus derechos afectivos, con pensiones y obligaciones económicas que en muchas ocasiones suponen su ruina de por vida. El hombre como tal es necesario en la sociedad porque es complementario con la mujer. Sus capacidades y potencias intelectuales no son mejores ni peores que las de la mujer, son diferentes. Su manera de amar y ser amado es imprescindible en su relación con y para la mujer. Y su presencia en la familia con hijos aporta una visión de la vida y el mundo que junto a la de la madre ofrece un futuro viable en el desarrollo personal de los hijos. Por todo esto y por justicia, no por igualdad, o peor por igualitarismo, el hombre debe recuperar su posición en el rol social y familiar que le corresponde, e insisto, no tanto por él (que también) como por todos los que le rodean en la familia, en el trabajo y en la sociedad. Querer estandarizar la imagen de que el hombre es violento por la naturaleza y que por eso hay que atarlo corto, mientras que la mujer es una víctima histórica del hombre, es una visión tan chata como miope, un anacronismo interesado de lo que ha sucedido y lo que sucede. Hay muchísimos hombres y mujeres buenas...También hay algunos hombres y mujeres malas... Pero la ley no solo no cambiará las cosas, más bien por el contrario si la intención es domesticar a una parte de la sociedad y no la de armonizarlos a todos. La mirada de papá. 10 claves para padres de hoy (Palabra). Tomás Malmierca. Un libro lleno de ideas prácticas para que el padre de familia retome la posición que le corresponde. La relación con los hijos, sus responsabilidades en el hogar y la mirada a su mujer... Sencillo, recomendable y muy a favor de los matrimonios que quieren reactivar la vida de familia. Amor, sexualidad y familia (Sekotia). Juan Moya Corredor. Un libro directo, claro y sin pelos en la lengua que explica las relaciones matrimoniales y las consecuencias más directas. Muestra el amor viril y la feminidad de la mujer como las herramientas fundamentales para que la vida sexual del matrimonio tenga los referentes necesarios para que la vida íntima sea un don precioso. Cásate y da la vida por ella (Nuevo Inicio). Constanza Miriano. ¿Se acuerdan del libro que escandalizó a la progresía social, a derecha e izquierda con el título Cásate y se sumisa? Pues este es la cara B del disco, porque precisamente en este título Miriano pone el dedo en la llaga de la que en muchas ocasiones los hombres parecen haber olvidado para y por qué se casaron con "ella", con su mujer. Un libro para hombres de verdad que aspiran a una mujer valiente en su vida, porque la valentía y la hombría es algo que se cría y entre ambas se retroalimentan hasta dar lo mejor de cada uno. Humberto Pérez-Tomé Román Tweet: @hptr2013
Sociedad
Padr@s, madr@s y viceversa
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