Valencia marca el camino. Interesante jornada la celebrada en Valencia, el pasado 11 de noviembre sobre medicina paliativa. Ya saben: hacer que los pacientes no sufran al morir, que no tiene nada que ver con matar para que no sufran... y los profesionales del ramo saben distinguir perfectamente entre lo primero y lo segundo, entre paliativos y eutanasia.
Porque otra de las sinvergonzadas de la Ley sanchista de eutanasia es su nombre: de cuidados paliativos y de eutanasia, es decir, mezcla de dos actividades opuestas como si fueran la misma.
Es muy triste -y un tanto curioso- que una sociedad que tanto teme al dolor ande tan desesperada como para buscar la muerte, la nada
De esta forma, la progresía socio-comunista ha vendido que los cuidados paliativos ya están regulados. Evidentemente no. La tarea de un gobierno que pretenda ser alternativa a esta miseria será la opuesta: negar la eutanasia que no es más que un homicidio, entre otras cosas porque no hay peor homicidio que el suicidio, y regular y potenciar los cuidados paliativos a la hora de la muerte. Insisto: no es lo mismo: no es lo mismo matar que ayudar a morir. No es la muerte natural lo mismo que el suicidio. Ilegalizar la eutanasia y regular y potenciar los cuidados paliativos.
Quien ha pedido la eutanasia a lo peor descubre, con indecible horror, que la muerte sólo es un paso, que la muerte no es el final
Es muy triste -y un tanto curioso- que una sociedad que tanto teme al dolor ande tan desesperada como para buscar la muerte, la nada. Y quien ha dado ese paso a lo peor descubre, con indecible horror, que la muerte sólo es un paso, que la muerte no es el final.
Por cierto, también consejo del Observatorio de Bioética, atención a la película Hay una puerta abierta ahí, de Facundo y Juan Ponce de León. El cine está volviendo a su nobleza inicial… aunque le cuesta muchísimo.