Con ocasión del 25 aniversario de la fundación de la Federación de Asociaciones de Familias Católicas en Europa (FAFCE, por sus siglas en inglés), el Papa Francisco recibió en audiencia a miembros de esta Federación fundada en 1997.

En su discurso íntegro, recogido por Vatican.va, el Santo Padre se refirió a la “plaga de la pornografía, que ahora se difunde por todas partes a través de Internet: hay que denunciarla como un ataque permanente a la dignidad de hombres y mujeres. No se trata sólo de proteger a los niños -una tarea urgente para las autoridades y para todos nosotros-, sino también de declarar la pornografía como una amenaza para la salud pública. «Sería una grave ilusión pensar que una sociedad en la que el consumo anómalo de sexo en la red se extiende entre los adultos es luego capaz de proteger eficazmente a los menores» (Discurso a los participantes en el Congreso «La dignidad del niño en el mundo digital», 6 de octubre de 2017). Las redes familiares, en colaboración con las escuelas y las comunidades locales, son cruciales para prevenir, para combatir esta lacra, para curar las heridas de quienes se encuentran en la vorágine de la adicción”.

También es cierto que demasiadas familias han experimentado la soledad, y su relación con los Sacramentos se ha convertido a menudo en algo meramente virtual

Francisco también tuvo tiempo de condenar los vientres de alquiler: “La dignidad de hombres y mujeres también se ve amenazada por la práctica inhumana y cada vez más extendida del «alquiler de vientres», en la que se explota a las mujeres, casi siempre pobres, y se trata a los niños como mercancía”.

Asimismo el Pontífice destacó que "la pandemia ha sacado a la luz otra pandemia más oculta, de la que se habla poco: la pandemia de la soledad. Si muchas familias se han redescubierto como Iglesias domésticas, también es cierto que demasiadas familias han experimentado la soledad, y su relación con los Sacramentos se ha convertido a menudo en algo meramente virtual. Las redes familiares son un antídoto contra la soledad. De hecho, por su propia naturaleza, están llamados a no dejar a nadie atrás, en comunión con los pastores y las Iglesias locales”.