En primer lugar, observen el escuetísimo, y distante, pero taxativo, comunicado del Ministerio de la Presidencia, que dirige el ahora poderoso Félix Bolaños, como nuevo ministro de la Presidencia, una vez destruido su enemigo, Iván Redondo. Tiene la ventaja de ser tan breve que se lee fácil. Lo único que quería el Gobierno Sánchez del presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan José Omella, en su reunión del pasado martes 3, era una foto con este pie: os vamos a fastidiar, católicos, pero lo haremos como lo que somos, unos demócratas de tomo y lomo, dialogando, que es gerundio, pues no en vano somos gente educada en colegio de pago.
¿Se imaginan? El Sanchismo hablando con los obispos de quisicosas tales como si el aborto es un homicidio, cuando ya ha alcanzado la categoría de derecho, o sobre el asesinato legalizado de la buena muerte o sobre el derecho de los padres a educar a sus hijos en cristiano: ¡Ay que risa, tía Felisa!
Ahora vamos con el comunicado de la Conferencia Episcopal Española (CEE), que tras resaltar el ambiente de cordialidad de la reunión Bolaños-Omella -o sea, que ni se insultaron ni se pegaron-, nos asegura que el cardenal Juan José Omella solicitó al neo-ministro que se dialogue con la sociedad civil, por ejemplo con la Iglesia, sobre cuestiones de vida y libertad de enseñanza. Bolaños, un demócrata, respondió que sí, que se hablaría. Por hablar que no quede, siempre que lo permita la agenda oficial… para lo mismo responder mañana.
La iglesia no necesita dialogar: sólo enseñar el catecismo y la ley natural, que viene a ser lo mismo
A ver, monseñor: la función de la Iglesia no es dialogar, sino enseñar el catecismo y la ley natural, que es lo mismo. A gobernantes y a gobernados. No pida usted diálogo sobre el aborto: afirme usted, ante propios y extraños, que la vida humana comienza en la concepción y termina con la muerte natural no forzada.
O exija usted a Moncloa el cheque escolar u otro sistema que asegure que los colegios no se conviertan en la quinta columna para sabotear la educación católica que los padres ofrecen a sus hijos en el hogar.
Porque si no, volveremos a la burla. En plata, Omella solicitó a Bolaños que se hablara con la Iglesia de aborto y libertad de enseñanza y Bolaños aplicó la dormidera habitual: católicos, callad y sobreviviréis. De otra forma…
Pero lo más preocupante de la reunión del martes 3 de agosto, en Moncloa, cuánto honor, no lo veo en el comunicado de la Conferencia Episcopal sino en el despectivo mini-comunicado de Presidencia: el Gobierno felicita a la Iglesia por su colaboración contra el Covid-19.
Es decir, le felicita por haber cerrado los templos y haber privado a los fieles de la mejor vacuna con el covid, que es la eucaristía, por sí misma y por la esperanza que ofrece.
El encierro hogareño del 14 de marzo, con las templos cerrados, constituyó unas maniobras con fuego real en la gran batalla por la supresión de la eucaristía y/o su sustitución por la adoración de la Bestia
Recuerden el triste 14 de marzo de 2020: con su hipocresía habitual, Pedro Sánchez no necesitó ordenar el cierre de los templos ni prohibir la eucaristía: lo que hizo fue encerrarnos en casa… también para que no pudiéramos acudir al santo Sacrificio. Pero ojo, no prohibió la Santa Misa ni ordenó cerrar los templos. Lo hizo por vía indirecta: no podías salir a la calle para ir a la Iglesia. Muy evangélico: sólo podría orar en secreto.
Pero es que los propios obispos, al menos algunos obispos españoles, por ejemplo los de Barcelona y Madrid, Juan José Omella y Carlos Osoro, fueron más allá y suspendieron las eucaristías públicas para… luchar contra el covid. ¿Eran conscientes de que le estaban poniendo al enemigo en bandeja? Justo lo que el Enemigo desea.
Sí, el enemigo es Satán y el enemigo es Pedro Sánchez. No confundir al uno con el otro, por favor, no tienen nada que ver salvo en sus objetivos.
No me extraña que Bolaños aplauda el cierre de templos. Y encima, un cierre de templos de lo más democrático, un holocausto propiciado por la propia víctima.
Y sobre todo, el encierro hogareño del 14 de marzo, con las templos cerrados constituyó una maniobras con fuego real en la gran batalla por la supresión de la eucaristía y/o su sustitución por la adoración de la Bestia. Maniobras exitosas por incomparecencia del adversario o, lo que es peor, por aquiescencia del enemigo. En cualquier caso, la mayor victoria de Pedro Sánchez sobre los católicos -a quien nos odia cordial, democráticamente- fue el cierre de los templos españoles un 14 de marzo, cuando lo que debíamos haber hecho era abrirlos de par en par.
Y encima ahora don Félix Bolaños se cachondea de los católicos con la nueva etapa de diálogo.