"Atravesamos una época en la que los fanáticos y los intransigentes, incapaces de admitir razones ajenas, se curan en salud, tachando de violentos y agresivos a los que son sus víctimas". Son palabras de San Josemaría Escrivá, el fundador del Opus Dei, y vienen al pelo, no de 1966, cuando fueron escritas, sino de 2024.
Porque días atrás acudía un servidor a una eucaristía, en una parroquia tradicional madrileña. Ya me sorprendió el mosén cuando nos saludó con un innecesario, pedantón y feminista "hermanos y hermanas" pero lo mejor fue cuando la sacristana ayudante del oficiante empezó su oración de los fieles con la siguiente petición:
-Te rogamos que los que se dedican a los medios de comunicación busquen la verdad y la objetividad...
Lo de la objetividad lo dejo a un lado porque no está bien humillar a los ignorantes en periodismo. Sólo le recordaré al redactor peticionario que la objetividad es imposible y que, si fuera posible, sería un peligro. Pero si hablamos de verdad, la petición eclesial más adecuada en el momento presente sería la siguiente:
Te rogamos que a los que se dedican a los medios de comunicación les dejen contar la verdad sin jugarse el cocido.
Los verdugos, es decir, el poder y los grandes editores, se curan en salud: ahora se hacen pasar por víctimas de la malvada prensa pequeña
Este es el peor momento de toda la historia democrática para la libertad de prensa, qué digo, es el peor momento desde 1966, que con la Ley Fraga de prensa mejoró mucho la cosa. El señorito Sánchez ha lanzado su venenosa campaña contra la prensa independiente, estamos en cuando el poder político pretende decidir quién es periodista y quién es un pseudoperiodista, cuando los grandes editores se han hecho cómplices de La Moncloa contra la prensa independiente de Internet, cuando los grandes medios, los Señores de la prensa, intentan destruir a los pequeños, cuando el Ejecutivo le ordena, directamente, sin ambages, a las empresas que no inviertan publicidad en los medios 'malos' es decir, en aquellos medios que no han olvidado su papel como contrapoder al tiempo que financia con generosidad, financiera e informativa, a la prensa , radio y TV del oligopolio, más o menos adicto a los que el señorito Sánchez permite subsistir.... tengo que escuchar en una iglesia, allá donde la verdad nos hace libres, rogar al Todopoderoso que Dios ilumine a estos pseudoperiodistas -yo mismo- para que no digan mentiras sobre, mismamente, la señora esposa del señor presidente que, como todo el mundo sabe, es una santa.
Seguramente, Sánchez hubiera respondido con celeridad: "Te rogamos, óyenos".
Que la propaganda monclovita haya impregnado hasta a los católicos, a esa religión que con gusto el cristófobo de Sánchez declararía mañana ilegal, no despierta en mí un colosal entusiasmo, pero lo cierto es que la propaganda monclovita ha llegado a las sacristías, como un verdugo disfrazado de víctima.
Me consuelo con las palabras, en la misma homilía de San Josemaría, una de esas declaraciones suyas tan certeras -que no objetivas- con conclusión irrefutable y un pelín irónica. Ahí va:
"Hablamos esta época nuestra, porque es el ámbito en el que hemos de lograr nuestra personal santificación. No admitimos nostalgias ingenuas y estériles: el mundo no ha estado nunca mejor. Desde siempre, desde la cuna de la iglesia, cuando con la predicación de los primeros 12, surgieron ya violentas las persecuciones, comenzaron las elegías, se propaló la mentira y se desencadenó el odio. Pero tampoco es lógico negar que parece que el mal ha prosperado".
La libertad de prensa está en peligro: ¡Periodistas, acudid a salvarla! No importa que perdáis el cargo y el oficio: ya nos dedicaremos a otra cosa... o seguiremos luchando debajo del puente
Y para nuestro mosén madrileño, atribulado por la maldad periodística, este mensaje, asimismo del mismo autor: no he procurado nunca "describir crisis sociales o políticas, hundimientos o enfermedades culturales. Con el enfoque de la fe cristiana, me vengo refiriendo al mal en el sentido preciso de la ofensa a Dios. El apostolado cristiano no es un programa político, ni una alternativa cultural: supone la difusión del bien, el contagio del deseo de amar, una siembra concreta de paz y de alegría. (aunque) sin duda, de ese apostolado se derivarán beneficios espirituales para todos: más justicia, más comprensión, más respeto del hombre por el hombre... La tarea apostólica que Cristo ha encomendado a todos sus discípulos produce, por tanto, resultados concretos en el ámbito social".
En plata que no hace falta acudir a Sánchez para exigir a los periodistas que cumplan con su deber. Porque a Sánchez la verdad en la prensa le importa una higa: lo que le importa es que le alaben - todos y todas- y no le critiquen... ninguno y ninguna.
Señor cura, señora sacristana: no se crean todo lo que dice la tele y, sobre todo, no conviertan a los fanáticos verdugos sanchistas en víctimas. ¿Quieren que los periodistas cuenten la verdad en los medios? Pues déjenles en paz y a lo mejor así lo hacen.
La libertad de prensa está en peligro: ¡Periodistas, acudid a salvarla! No importa que perdáis el cargo y el oficio: ya nos dedicaremos a otra cosa o seguiremos luchando debajo del puente.