La Nueva Era es la era de la teo-organización mundial del poder, que desde el final de la Segunda Guerra Mundial han ejercido hegemónicamente los Estados Unidos hasta los momentos más recientes de la alta globalización positiva de las tecnologías. La tecnología, abierta al mundo, ha propiciado que numerosos poderes se hayan sumado al carro que hace uso de estos avances para posicionarse en la sociedad globalista, cada uno con sus especialidades. China, por ejemplo, ejerce una posición cada vez más dominante desde un apalancamiento financiero neoliberal con el que los mercados le rinden pleitesía.

También hay una globalización maliciosa, la de las ideas. Estas son las que mandan de manera brutal y viscosa, la manipulación con las ideologías. La envolvente capacidad de la manipulación de la razón, la corrupción de las ideas y el dominio de la voluntad, esa es la cuestión verdaderamente importante con la que se somete al ser humano, aunque las demás ciencias como la salud, la economía y las comunicaciones son las herramientas de dominación, precisamente porque ellas son las que sustentan a las sociedades posmodernas. Ideologías globales, ideologías que conectan a las sociedades amasándolas en un solo todo, alejando del hecho diferencial a las personas -de ahí en parte la importancia de hablar de géneros y no de sexos- y sus tradiciones culturales -por eso la destrucción de la historia es imprescindible para ellos-. El objetivo es convencer al mundo de que estamos abocados a una globalización idílica que conforme un solo estado que alinee las normas de comportamiento y cuya libertad esté sometida al consenso de la sociedad, no de la persona.

 El objetivo es convencer al mundo de que estamos abocados a una globalización idílica que conforme un solo estado que alinee las normas de comportamiento y cuya libertad esté sometida al consenso de la sociedad, no de la persona

No debemos olvidar que las dictaduras no desean someter al cuerpo, sino al pensamiento. Y estaremos de acuerdo o no, pero esto explica con solvencia que el pensamiento único sea la vía más directa para alcanzar ese objetivo, para lo que es indispensable que la sociedad esté tan convencida de que lo que hace es lo correcto, que tenga la superioridad moral para denunciar al disidente en una acto de justicia social ejemplar. Son los medios de comunicación los que dictan qué hacer o qué decir, porque ellos saben qué es bueno para todos. Y son las redes sociales, los nuevos sacerdotes de la teo-organización, los autorizados para censurar, porque ellas saben bien qué es lo malo para todos.

Los globalistas neoliberales están en la frenética labor de que la sociedad esté bien pertrechada de grupos -plataformas-, que dan cuerpo a la ansiada libertad de cada ciudadano. Una serie de alienaciones mentales que al ente ignorante le ayudan a encarrilarse en lo políticamente correcto para realizarse felizmente: pacifistas, ecologistas, veganos, animalistas… Y por supuesto, antiglobalistas que a su vez también dependen de la propia globalización. Los ismos como los anti, en el fondo, son otra forma de poder que bien dirigida da mucho juego al mal. Un equilibrio perfecto entre el bien y el mal, lo bueno y lo malo, lo legal y lo ilegal para que nos sintamos como en nuestra propia casa.

Son los medios de comunicación los que dictan qué hacer o qué decir, porque ellos saben qué es bueno para todos. Y son las redes sociales, los nuevos sacerdotes de la teo-organización, los autorizados para censurar, porque ellas saben bien qué es lo malo para todos

Decía Immanuel Kant que la paz perpetua estaría a disposición gracias a que El espíritu comercial es incompatible con la guerra y se apoderará tarde o temprano de los pueblos¿Es posible que los pueblos estén dispuestos a ceder lo más íntimo -su libertad, el amor, sus creencias…- para no perder el poder de adquisición de calidad de vida? ¿Quizá la dependencia socialdemócrata tenga que ver con este hilo de pensamiento? Puede ser que sí, que las grandes factorías de bienes y servicios estén en esta línea que se convierte de facto en dominante. Lo que pasa es que para alcanzar el éxito de estas tesis, que todavía no es dominante pero apunta maneras, será preciso reducir la población mundial. En 2001 se redactaron unos informes, promovidos por afines al capitalismo mundial, apestados de maltusianismo puro y duro -entre los que se cuentan algunos estados gobernantes-, que exponían una vez más la pretendida obsesión de alcanzar que la población se retrotrajera a los datos demográficos de 1975, con la guerras, el sida, la tuberculosis, la desnutrición programada de ciertos espacios geográficos -lógicamente tercermundistas-. Mientras, para los países desarrollados se les proponía como herramienta más eficaz y libre las políticas homosexualistas, el aborto y el debate de la esterilización como respuesta responsable a un mundo generoso, diverso y más feliz, por supuesto.

Sabemos que los autores que propician tanto las utopías como las distopías saben que nunca llegarán ser posibles, pero no lo hacen por eso, sino más bien para aprovecharse de los que las creen. Saben que son carne de cañón porque se someten al miedo de la incertidumbre, al descreimiento de Dios y la pérdida de la fe en el propio hombre, aislándose del mundo, encavernándose en la soledad, que en realidad es el vacío personal. Saben que el discurso maniqueo les reporta réditos generosos para sus propios fines. En España estamos más que resabiados con los enfrentamientos guerracivilistas; los nacionalismos alimentados con millones del erario público y la leyenda negra desacreditándonos a nosotros mismos… Y aún así siguen teniendo éxito a la izquierda y a la derecha del discurso.

Dicen los entendidos que para 2030 -es decir 20-30-, que España ya no será España, sino un pequeño terrón de tierra con provincias, que ahora llamamos autonomías, empobrecidas e incultas después de generaciones sin valor ni crédito intelectual, sin industrias y ciudadanos amansados por una dictadura propiciada por el estado del bienestar

Para la gran batalla de las ideas a nivel global, es imprescindible disolver a la nación española, principio y fin de la hispanidad con todo lo que conlleva. Verdadero muro de contención de la deshumanización de las sociedades. Podría asegurar que son aquellos, los políticos españoles a la izquierda y a la derecha, los que tienen el horrible encargo de hacerlo, porque se nutren de imperativos externos a nuestra nación y de inyecciones millonarias de origen oficial y particular para ello. Dicen los entendidos que para 2030 -es decir 20-30-, que España ya no será España, sino un pequeño terrón de tierra con provincias, que ahora llamamos autonomías, empobrecidas e incultas después de generaciones sin valor ni crédito intelectual, sin industrias y ciudadanos amansados por una dictadura propiciada por el estado del bienestar. Convertidos en ovejas al servicio del poder mundialista.

Tiempo de incertidumbre (Letras inquietas) de Carlos X. Blanco. Si todavía alguien piensa que a España la ha destruido la izquierda democrática, especialmente desde Zapatero, o los nacionalismos insaciables, se equivocan. Este pequeño ensayo, de apenas 100 páginas, aporta información muy sabrosa. Son los documentos que durante décadas, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) apartó de la luz pública, aunque todos los políticos que han gobernado hasta hoy conocían, incluidos por supuesto el Rey, el de ahora y el emérito. Si algo buscaba Estados Unidos desde su poder hegemónico, era convertir a España en un cortijo yanky cuya posición estratégica codiciaba, y codicia.

España de reserva espiritual a albañal de Europa (SND) de Amadeo A. Valladares Álvarez. El propósito de esta obra, según el propio autor, es que está especialmente dirigida a los jóvenes, para animarles a la recuperación del celo y la razón en la defensa de la verdad y la recuperación de España, y podrá parecer ingenuo para muchos, pero tiene el valor de haberlo intentado, cosa que muchos por miedo, dejadez o cobardía no hacen nada… No hacen ni por leer para ellos mismos. Penoso.

La tentación totalitaria (Almuzara) de Almudena Negro y Jorge Vilches. Pues si de poder ideológico se trata, este es un libro que lo cuenta bien y es de nuestros tiempos más actuales. Los autores sostienen en esta publicación recién aparecida que durante la cogobernanza de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han aprovechado todas las circunstancias que la pandemia les ha brindado para acumular tal cantidad de control que sin duda se han convertido en el motor más pornográfico del poder de lo que hasta hoy conocido de nuestros 40 años de democracia, a saber: colonización del Estado y sus instituciones, cambio de leyes y códigos para satisfacer a sus socios «golpistas» e independentistas, asunción del discurso contra el orden constitucional, marginación a la oposición hasta tildarla de enemiga de la voluntad general y de la propia democracia, control de los medios de comunicación así como de la educación, erradicación de la independencia del poder judicial, ataque a la Corona y exhalación de un discurso violento y, en ocasiones, «guerracivilista».