El 57% de las mujeres españoles ha visto reducido su salario al convertirse en madre, según una encuesta que reproduce MalasMadres. Pues mire usted, yo creo que, al revés de lo que ocurre con otras muchas encuestas feministas, por lo general de escaso valor, esta vez la conclusión no es exagerada, incluso suena a corta.
Ojo, la mujer que decide ser madre no pierde dinero sino algo mucho más importante: pierde la batalla por consolidarse en el mercado laboral frente al varón. Es de justicia que se le compense por ello.
Y la solución no es la redicha conciliación, una verdadera chorrada de género. Obligar al padre a coger tantos meses de baja por paternidad como la madre resulta contraproducente, dado que el papel de la mujer con un recién nacido -no digamos nada antes de nacer- nunca podrá igualarlo el varón, por mucho que se esfuerce.
Pero este hecho, cierto, no nos puede llevar a la habitual salmodia feminista de que toda la culpa la tiene el hombre y que la mujer es todo bien sin mezcla de mal alguno. Sencillamente: eso es falso. La solución está en un salario maternal, que no debería sería inferior a la mitad del salario mínimo, sufragado por el Estado, para toda mujer, por cada hijo que tenga y desde la gestación hasta la emancipación del niño. Para toda mujer, trabaje o sea ama de casa.
Primero porque es de justicia. Si algo necesita el sistema público de pensiones -y el sistema público en general-, es eso: hijos. Segundo, porque la mujer lo tiene más difícil en la carrera laboral, no por ser mujer, eso es otra tontuna feminista, sino por la maternidad. La mujer que se niega a ser madre... compite en igualdad de condiciones con el varón y no necesita apoyo externo alguno. No está marginada.
Dejemos de pensar en feminista y abandonemos los tópicos tontos sobre brecha salarial, que no existe, conciliación y otras monsergas, y empecemos a valorar la maternidad. Una tarea estupenda sin duda, pero que conlleva tal grado de exigencia que la naturaleza no se atrevió a dejarlo en hombros tan frágiles como los del varón y depositó toda la responsabilidad en alguien mucho más fuerte: la mujer. Hay que compensarla por ese papel nuclear para la sociedad.