En 2023, y con trazas de ir en ascenso, proliferan las estatuas a Satán, príncipe de este mundo. Y mira que es feo, el tío. Incluso ya hay quien justifica la destrucción de esta idolatría suprema: oye, es una idea.
Hasta el siglo XXI, la táctica de los espíritus impuros era la de ocultarse. Si alguien creía en los demonios, o bien era un loco o, como se le calificaría ahora, un ultra. En cualquier caso, hombre llamado al manicomio u hombre llamado al penal.
Pues ahora no: el diablo se ha quitado la careta y, en el siglo XXI, intuye que estamos en tiempos de cambio de ciclo, practica el terrorismo directo. Ahora Satán quiere ser adorado, encima de un altar, es lo que en términos bíblicos se conoce como la “abominación de la desolación”, que nos remite al rey Antíoco pero también al discurso escatológico, es decir, sobre la Segunda Venida de Cristo, que leemos en los evangelios, sobre todo en Mateo y Lucas.
En las universidades norteamericanas proliferan los grupos satánicos. Es la última moda, no entre los estudiantes sino entre el claustro, que es quien les influye
Somos hombres del siglo XXI que ya camina al cumplimiento de su primer cuarto. No entenderemos lo que ocurre salvo que nos demos cuenta de que hemos entrado en la era de la Blasfemia contra el Espíritu Santo: el príncipe de este mundo ya no intenta que no adoremos a Dios sino que le adoremos a él. Presiente que su derrota anda próxima y no tiene tiempo que perder.
Insisto en la blasfemia contra el Espíritu Santo: lo malo pasa a ser lo bueno y lo bueno se convierte en malo. Lo mismo pasa con la verdad y la mentira, y exactamente lo mismo con la belleza: ¿o acaso el arte de este mundo no es el feísmo y la mujer de hoy -muy importante esto de feminidad- no busca impactar antes que agradar?
La abominación de la desolación no es un noción difusa sino algo muy concreto: significa que desde la propia Iglesia de Cristo se tratará de suprimir la Eucaristía y que en el altar se retirará a Cristo y se entronizará a la Bestia: adoremos a Satán. Por el momento, los satánicos se conforman con que adoremos a sus imágenes chuscas: lo importante es que cunda el concepto.
La corriente artística dominante en la actualidad es el feísmo y la mujer de hoy -muy importante esto de la feminidad- no busca agradar sino impactar
La cabecera de este proyecto abominable radica ahora mismo, en 2023-2024, en los campus de las universidades norteamericanas. Allí proliferan los grupos satánicos. Es la última moda, no entre los estudiantes sino entre el claustro, que es quien les influye. Y también en la mecedonia mental y archifrívola de la Administración Biden.
Así que, ¿destruir las imágenes de Satán? Pues es una idea, porque lo que nos estamos jugando no es una ruptura de valores sino una inversión de principios... que no es lo mismo y es mucho más grave.