El Parlamento portugués aprobó el pasado viernes 12 de mayo la ley que despenaliza la eutanasia, con 129 votos a favor, 81 en contra y una abstención, del total de 230 diputados.
Lo hizo sin modificar nada el último texto vetado por el presidente Marcelo Rebelo de Sousa. El presidente católico ha vetado esta ley hasta cuatro veces.
Pero este último veto quedó anulado por la nueva votación parlamentaria.
Y, al ser un texto confirmado por el Parlamento, De Sousa no tuvo otra opción que promulgarlo el 16 de mayo, siguiendo el mandato de la Constitución, explica Aciprensa.
Ante ello, los obispos portugueses han emitido el siguiente comunicado:
"La Conferencia Episcopal Portuguesa lamenta profundamente la legalización de la eutanasia y del suicidio asistido por la Asamblea de la República, promulgada hoy por el Presidente de la República.
Compartimos la tristeza del Papa Francisco expresada el 13 de mayo, tras la confirmación parlamentaria de la ley sobre la muerte médicamente asistida: «Hoy estoy muy triste, porque en el país donde apareció Nuestra Señora se ha aprobado una ley para matar. Un paso más en la larga lista de países con eutanasia».
Como hemos reafirmado varias veces a lo largo del proceso legislativo que ahora termina, con la legalización de la eutanasia se rompe el principio fundamental de la inviolabilidad de la vida humana y se abren peligrosas puertas a una ampliación de las situaciones en las que se puede solicitar la muerte asistida.
Con la despenalización de la eutanasia, la vida humana queda desprotegida y sufre un grave ataque a su valor y dignidad. La muerte se presenta como una solución al dolor y al sufrimiento, en lugar de promover cuidados paliativos humanizadores hasta el final natural de la vida.
Reiteramos el llamamiento a las familias y a los profesionales sanitarios, que deben tener siempre garantizada la objeción de conciencia, para que rechacen de plano las posibilidades que abre la legalización de la eutanasia.
En la certeza de que la entrada en vigor de esta ley supone un claro retroceso para la civilización, mantenemos la esperanza de que pueda ser derogada y que la vida humana, que es un don inestimable, vuelva a ser valorada y defendida en todas sus fases.
Lisboa, 16 de mayo de 2023".