The Walt Disney Company hace mucho tiempo que ya no es lo que era. Ahora insiste en ser cuanto más progre, mejor y ya no esconde su agenda LGTBQ+ (lesbianas, gais, trans -transgénero y transexuales-, bisexuales, queer -su identidad trasciende la dicotomía hombre/mujer y no obedece a las ideas fijadas de sexualidad y género- y un largo etcétera -en el que se incluyen intersexuales, por ejemplo- que sigue creciendo) ni su adoctrinamiento para promoverla. Y es que dicha agenda tiene el respaldo de muchos directivos, entre ellos, la presidenta, Susan E. Arnold, y el consejero delegado, Bob Chapek.
Hace casi dos años, el gigante estadounidense del entretenimiento reconoció tener una agenda LGTBQ+ para los niños y los ejemplos cada vez son más numerosos. Tras críticas por la aparición de dos papás gays en la serie de dibujos animados Pato Aventuras, creada en 2017 inspirándose en una del mismo nombre que se emitía desde 1987 sobre las aventuras de los sobrinos del pato Donald, su coproductor, Frank Aragones, se lamentaba de que “no hemos hecho suficiente representación LGTBQ+ relevante” y anunciaba: “Tenemos algunos temas e ideas por venir que abordan narrativas LGTBQ+ relevantes”.
“Estamos dedicados a defender los derechos y la seguridad de miembros LGBTQ+ de la familia Disney, así como de la comunidad LGBTQ+ en Florida y en todo el país”, señalan desde la factoría de Mickey Mouse
A finales de 2020, Chapek anunció 50 estrenos donde no faltarán ejemplos de la agenda LGTBQ, como buen discípulo del Nuevo Orden Mundial (NOM) que es Disney. Esto se refleja en su apuesta por la ideología de género (feminismo y homosexualismo) y por el ateísmo (mucho panteísmo y nada de Dios) en los contenidos, pero también en su defensa del adoctrinamiento de niños (o lo que el líder de Vox, Santiago Abascal, refiere como “corrupción de menores”). Y la última muestra de este se ha podido ver en la oposición que han planteado ante la ley del estado de Florida que ha impulsado el gobernador republicano Ron DeSantis y que prohíbe adoctrinar a niños en ideología de género en las escuelas.
El propio Chapek se ha disculpado con los empleados por no haber sido “un aliado más fuerte en la lucha por la igualdad de derechos” y ha amenazado al estado de Florida, anunciado que suspenderán todas las donaciones políticas, porque es “otro desafío a los derechos humanos básicos”. Sin embargo, DeSantis no se ha achantado y ha firmado dicha ley, lo que ha marcado su entrada en vigor. Desde Disney se ha lanzado un comunicado donde afirman que “nunca debería haberse aprobado” y que su “objetivo como empresa es que esta ley sea derogada por la legislatura o en los tribunales, y seguimos comprometidos a apoyar a las organizaciones nacionales y estatales que trabajan para lograrlo. Estamos dedicados a defender los derechos y la seguridad de miembros LGBTQ+ de la familia Disney, así como de la comunidad LGBTQ+ en Florida y en todo el país”. De hecho, la última muestra de este compromiso en los contenidos se ha podido ver en la inclusión de un beso lésbico en la película Lightyear, contra la que ya han protestado casi 15.000 padres en esta petición.
Otra muestra de dicha agenda LGBTQ+ en los parques: “El verano pasado eliminamos todos los saludos de género, ya no decimos damas y caballeros. Hemos entrenado a todos los miembros de nuestro elenco en este sentido, así que ahora saben que hay que decir ‘hola a todo el mundo’ y soñadores de todas las edades”
En un magnífico artículo de Religión en Libertad, se ha aludido a otro publicado por el periodista y escritor Rod Dreher, en The American Conservative, donde se recogen los nombres de varios directivos que defienden dicha apuesta en Disney y declaraciones en vídeos. Entre ellos, está Latoya Raveneau, productora ejecutiva de Disney, que ha reconocido haber implementado una agenda gay en la programación, así como contenidos queer, y que los líderes “fueron muy acogedores”. “Sentí un impulso, una sensación de que no tenía que tener miedo a que dos personajes (queer) se besasen. Añadía contenidos queer a la programación siempre que podía. Nadie podía pararme”, ha señalado.
Por su parte, Vivian Ware, gerente de diversidad e inclusión de Disney, ha destacado que se ha eliminado toda mención a damas, caballeros, niños y niñas en los parques: “El verano pasado eliminamos todos los saludos de género, ya no decimos damas y caballeros. Hemos entrenado a todos los miembros de nuestro elenco en este sentido, así que ahora saben que hay que decir ‘hola a todo el mundo’ y soñadores de todas las edades”. Así buscan crear “un momento mágico” para que los niños no se identifiquen con los roles de género tradicionales. Y otra ejecutiva de Disney, Karey Burke, que se define como madre de un niño transgénero y de otro pansexual, va más allá: “Tenemos muchos, muchos, muchos personajes LGBTQI y, sin embargo, no tenemos suficientes narraciones en las que los personajes homosexuales simplemente se conviertan en personajes y no tengan que tratar sobre historias homosexuales”. Prepárense, porque ahora no sólo habrá personajes, sino también muchas más narraciones de estos, pues la agenda es la agenda. Y es que en Disney hace mucho que los contenidos no son tan inocentes como deberían, teniendo en cuenta que gran parte de su público son los niños, aunque también va a apostando cada vez más por jóvenes y adultos dentro de la gran competencia entre las plataformas de streaming. Eso sí, un buen resumen es que le faltan ideas e insiste en la pornografía y en la agenda LGTTBQ+.
Si hay que decir que Disney es una basura, que quieren adoctrinar a los más pequeños en la agenda de género, que avanzan en la corrupción de menores confundiendo sus mentes, se dice y punto. pic.twitter.com/C0kIrVS1sg
— Doctor Manhattan reborn (@manhattan_2) March 31, 2022
Y por cierto, no se puede olvidar que Disney no es la única entre las plataformas de streaming que quiere ser cuanto más progre y políticamente correcta mejor. Por ejemplo, Amazon Prime Video no tuvo reparos en sacar una nueva versión de Cenicienta con un hada madrina a la que daba vida un actor afrodescendiente: Billy Porter. ¡Cuánta diversidad!