Los 'inquiokupas' son aquellos inquilinos alquilados que dejan de pagar la renta al propietario y se niegan a abandonar la vivienda. De acuerdo con los datos de la Plataforma de Afectados por la Ocupación, los 'inquiokupas' representan el 70% de los casos. En un arranque de derechos sociales el Gobierno social-podemita aprobó el Real Decreto 11/2020, "por el que se adoptan medidas urgentes complementarias en el ámbito social y económico para hacer frente al COVID-19".

Una de las medidas, que a día de hoy sigue vigente, fue la "Suspensión del procedimiento de desahucio y de los lanzamientos para hogares vulnerables sin alternativa habitacional", por lo que el Gobierno pasó a cargar a los propietarios con la responsabilidad de mantener a los inquiokupas, cayendo los propios dueños en situación de vulnerabilidad

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Es el caso de Amaya, madre de tres hijas de 4, 6 y 16 años, es decir, todas menores, una de las causas por las que se declara la vulnerabilidad a los okupas. Se mudó de ciudad y puso en alquiler su piso en propiedad para poder pagar la hipoteca.  

Su inquilina, que tiene también una hija la cual puede ir a la universidad a estudiar Derecho, vive de manera gratuita en su casa desde hace 7 meses: "Voy a ser la primera mujer en España en entrar en prisión por echar a su okupa, pero es que no puedo más".

"Con 1.000 euros que cobro del paro, tengo que pagar 650 de hipoteca y comunidad, otros 200 o casi 300 euros para el abogado porque le voy pagando mes a mes, 40 más porque me he apuntado a un curso para sacarme una oposición… Y encima tengo que pagarle la luz, así que no puedo aportar absolutamente nada en casa y yo no quiero depender de nadie. Nunca lo he hecho y no lo voy a hacer. De hecho, mis hijas este año se quedan sin vacaciones, porque su madre no tiene dinero".

"Este Partido Socialista dice que mira por la clase obrera y por las mujeres, pero es mentira: yo soy mujer y soy obrera, y me está dejando totalmente desamparada".

"A mí nunca me han regalado nada. Todo lo que tengo lo he conseguido con mi esfuerzo. Con 22 años empecé a trabajar como autónoma y a los 25 le dije a mi ama que ya era hora de independizarme y me compré esa casa".

Esa casa fue la que decidió alquilar: "Puse el anuncio en una plataforma de Internet y me llamó un montón de veces. Me dijo que ella también era madre soltera y que necesitaba ayuda, porque los dueños del piso en el que estaba se iban a separar y se tenía que ir. Ahora me pregunto si a ellos también les habría hecho lo mismo".

Lo que le contaba la que ahora es su okupa le recordaba a su propia historia por lo que se la alquiló y con una renta por debajo al precio de mercado: "Allí los pisos están a 800 o 900 euros y yo solo le pido 650, que es lo que necesito para cubrir la hipoteca y la comunidad". "Lo iba a alquilar con un seguro de impago, lo tenía clarísimo, pero apareció esta mujer y no le pedí nada, simplemente la ayudé"

"Le insistí en que entraba con la condición de que si algún día no podía pagar, tenía que irse, porque yo soy mileurista y, con tres hijas, no tengo otra manera de pagar la hipoteca".

Pronto se dio cuenta de que las cosas no irían bien con su inquilina: "Siempre tenía que llamarla o mandarle mensajes para que me pagara, porque me ponía unas excusas increíbles". Amaya sabía que estaba trabajando en hostelería. Cuenta que al principio le respondía pero las comunicaciones terminaron por cortarse, hasta noviembre cuando ya dejó de pagar: "Al principio, al menos me respondía a los mensajes, pero, claro, cuando le dices que está robando el pan de tus hijas, ya no quiere seguir hablando".

"Al principio me dijo que eso era por la fianza y que se iba a marchar, pero nada", "No lo vuelvo a alquilar ni loca".