El posmodernismo deja un rastro indeleble de miseria, de muerte y desesperanza. La baja moral e intelectualidad de quien nos dirige desde las esferas del poder, no pueden dar otro fruto que el de la bajeza, el egoísmo y el control por el control, puesto que la relativización de la conciencia y del reconocimiento de la persona como la piedra angular de la sociedad, no permite ni hombres ni mujeres libres.
Hace 20 años España sufrió el atentado más cruel de nuestra historia democrática. Un paso por la historia que dejó un dicho que hoy se sigue cumpliendo al pie de la letra: desde el 11M, todo es 11M. Con él llegó el peor presidente que ha tocado moqueta en Moncloa: José Luis Rodríguez Zapatero. Un sectario inculto, con el corazón lleno de odio, dispuesto a descomponer la España que se dieron los españoles en la transición del 78 que nos llevaba a una supuesta mejora.
Cuentan de Zapatero que, en una reunión de altos dirigentes de la política, entre los que se encontraban Alfonso Guerra, declaró que la transición había sido apocada porque el Partido Socialista Obrero Español fue cobarde y que él, ZP, estaba dispuesto a cambiarlo desde el poder. Guerra lo negó, pero para entonces Zapatero lo marginaba como un bonito y curioso baluarte museístico.
¡Y vaya si lo hizo! Reventó la armonía cívica con la entonces denominada Ley de Memoria Histórica y corrompió a la sociedad con las leyes absolutistas como la del aborto, la ley de violencia de género o el mal llamado matrimonio homosexual, equiparándolo de igual a igual a aquellos que sí lo son por derecho natural. Luego llegó la ruina para los españoles con aquellos malditos brotes verdes mentirosos que dejaron a España como un solar. ¡Y todavía hay quien dice que ha sido el mejor presidente de España! No sé qué dejarán para los epítetos de Pedro Sánchez. ¡De tal palo, tal astilla!
La muerte en Atocha de 190 ciudadanos y otros cientos de heridos, de los que algunos jamás se recuperarán, fue el trampolín para que Zapatero llegara al poder. Un tipo al que ninguna estadísticas le daban el mínimo reconocimiento porque todas daban como ganador al Partido Popular. Ese cambio brusco electoral no fue la libertad de los ciudadanos. Fue una manipulación medida al milímetro de quien por entonces manejaba los hilos: Alfredo Pérez Rubalcaba que, a pesar de que esté muerto, no le exculpa de lo que hizo en vida. Un atentado cerrado en falso y de las que la Asociación Peones Negros Libres siguen queriendo saber la verdad a pesar de que haya expirado el delito… pero no la memoria.
Decía, que una manipulación, pero también la torpeza política más grande que se haya vivido en España por parte de José María Aznar, por no parar el proceso electoral por una más que fundada razón para aplicar el artículo 116 de la Constitución, en su párrafo 3, que permitía al Gobierno declarar el estado de excepción, mediante decreto acordado en consejo de ministros y previa autorización del Congreso de los Diputados. Pero quizá, la prepotencia demoscópica cegó al presidente… ¡Eso es, solo quizá!
No solo me centraré en aquel aciago día de maldita memoria, para hablar del posmodernismo reinante. Para profundizar más, debemos tocar otros aspectos tan perversos como el aborto, la eutanasia y la denominada política de género. Tres elementos que muestran a gritos la decadencia de una sociedad que se está yendo por el sumidero de la historia mientras sonríe en una plácida calidad de vida.
Francia, como en otras ocasiones de la historia, vuelve a adelantarse en la destrucción de la sociedad. Lo hizo con la Ilustración, que trajo la muerte, la revolución y el caos, rompiendo con el orden social. También fue foco de atención y emisión con el Mayo del 68, difundiendo por el mundo otra revolución, en este caso de corte sexual, provocando que las relaciones se convirtieran en un promiscuo todo vale, allanando el camino hasta hoy, relativizando así la familia y la estructura antropológica de la sociedad. Ahora, vuelve a convertirse en el adalid del libertinaje, propiciando la destrucción definitiva de la mujer, constituyendo el aborto en un derecho constitucional. Corrompida la esencia de la mujer, que es la de ser madre, corrompida la sociedad. Una vez que la sociedad pierde el norte de hacía dónde va su camino, porque todos los caminos no le llevan a ninguna parte, es fácil de manejar y manipular su pensamiento.
No hay nada sin querer cuando se trata de ir en contra de la humanidad. O lo fomentan, o es imposible que la evolución del ser humano se encamine hacia la muerte y no lo haga hacia la vida. Este es el fruto que define al posmodernismo, la muerte del ser humano.
Explicando el posmodernismo (Unión Edit.) Stephen Hicks. El subtítulo da la pista principal del ensayo: “La crisis del socialismo”. El libro rastrea el posmodernismo desde sus raíces en Juan Jacobo Rousseau y Emanuel Kant hasta su desarrollo en pensadores como Michel Foucault y Richard Rorty, el filósofo Stephen Hicks provee un provocativo análisis de por qué el postmodernismo fue el movimiento intelectual más vigoroso del siglo XX.
El diputado (Almuzara) Sergio Gómez-Alba. ¿Qué habría sucedido en España si el gobierno hubiera aplazado las elecciones generales tras los atentados de Atocha, buscando un momento de normalidad democrática inexistente entonces? Esta es la historia de esta magnífica ucronía que pone el pasado más contemporáneo de plena actualidad.
Dialéctica de la Ilustración (Trotta) Max Horkheimer y Theodor W. Adorno. El tema de este libro es qué se dilucida en el debate que marca este fin de siglo: el debate sobre el tránsito de la Modernidad a la denominada posmodernidad. Un debate en el que están en juego los valores de la Ilustración que configuran la identidad de nuestra cultura.