La corrupción de la razón es una de las consecuencias más evidentes del relativismo decadente, que provee al nihilismo contemporáneo de una existencia basura, sin futuro y de horizontes planos, porque nunca pretende ver qué hay de verdad o de mentira en los hechos y en las personas. La verdad y la mentira es algo que orienta a las personas hacia una existencia real y personal, que nos sitúa en un plano de evidencia en relación con los demás y la sociedad en general. La verdad y la mentira están en el plano del juicio moral, por eso es importante. Tan importante es, que el relativismo se ha encargado de destruirlo y lo ha sustituido de manera casi inmediata, consensuándolo a través de la ley. La verdad y la mentira ya no es lo que es moralmente o no, que puede ser incluso subjetivo. La verdad y la mentira ya es lo legal y lo ilegal. Las leyes han sustituido el concepto de bueno o malo por lo que la ley me permite y se puede hacer, o no. Es legal abortar pero no ir a más de 120 km/hora en la autovía. Una manera perfecta para manipular a la sociedad desde la ley, creando normas y fabricando nuevas costumbres, comportamientos humanos. La posverdad ha llegado para deconstruir más la razón razonable porque se maneja desde la sinrazón de los sentimientos. Así, solo desde lo que somos capaces de sentir, podemos justificar de manera vehemente, incluso violenta, nuestra opinión, que no razón. Somos capaces de justificar desde el amor -de hecho así lo hacen muchos buenistas-, la homosexualidad o el animalismo, con las formas más agresivas que el pacifismo nos autoriza como son el acoso, el insulto y saltarse la ley si es necesario. Y por el contrario, desde el odio, por ejemplo, podemos agrandar la ola salvaje del nacionalismo porque nadie piensa en qué sucede y sus consecuencias. La acción solo está dominada por el sentimiento, sin pasar por la cabeza, y provoca un exacerbado amor a las ideas propias y por ende odio a las ajenas. El relativismo imperante ha hecho rodar las tendencias más enfermas de la razón humana: materialismo, individualismo, nihilismo y la posverdad, que ha sido agitada intencionadamente desde las redes sociales por unos e imitadas por todos los demás, es decir, la mayoría, lo que provoca sin duda una tendencia de comportamiento relacional. ¿Cuál es la evidencia de que somos practicante de la posverdad? Primero: prejuicios, va por delante una idea preconcebida de algo o alguien que nos pone a la defensiva. Segundo: nos creemos sin contrastar lo que nos interesa y rechazamos por lo mismo lo que consideramos que nos ataca. La posverdad ha sido la puesta en marcha con evidente éxito por los populistas, porque la posverdad es un arma muy eficaz para hacer propaganda política y para las apologías más variadas. Filosofía y sentido común (Sekotia). José Fernando Calderero y Andrés Calderero. Lo importante de este libro es la sencillez y el tono divulgativo de la obra. Una forma de acercarse a la filosofía de manera desenfadada demostrando al lector que filosofía es todo en la vida. Pero el trasfondo de la obra se centra en llamar a atención sobre no dejarnos llevarnos (huir de la posverdad) desde un pensamiento crítico analizando el por qué de las cosas, lo diga quien la diga, porque la televisión o las redes sociales, no pueden embargar tus conocimientos y capacidad de decisión, sobre la decisión inexistente. Cómo ganar la guerra cultural (Ediciones Cristiandad). Peter Kreeft. Copio directamente de la sinopsis: Recuperar la felicidad de la gente sencilla que cada día intenta sobrevivir con dignidad en este mundo es un empeño para el que quedan deshabilitados los "expertos", los intérpretes autorizados por la propia cultura dominante, y ya va siendo hora, dice Kreeft, de que el sentido práctico y común de la gente normal se rebele y plante batalla. Recomiendo seguir leyendo desde el enlace. Imperiofobia y leyenda negra (Siruela). María Elvira Roca. Esta obra se ha convertido en el buque insigne del último año para explicar y derrotar a los tontos útiles que siguen erre que erre azotando a España y a la Iglesia con las mentiras propagandistas que hace siglos se crearon por intereses políticos, y que siguen casi con la misma eficacia de cuando salió. Y si la posverdad ahora domina las redes sociales, este es posiblemente el ejemplo más apabullante de que puede hacer mucho daño a muchos y mucho tiempo. Y sobre todo demuestra que la posverdad es la forma más tonta y malvada de ejecutar mentiras. Humberto Pérez-Tomé Román @hptr2013
Sociedad
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