No me atreveré recomendar libros en estas fechas. Mi presunción no llega a tanto porque siempre me quedaría corto y, aunque tampoco lo desee, haré feos a muchos que desconozco y que son igual de excelentes que los grandes medios venden a sus autores como "los no va más". Sin embargo, sí hablaré de lo que la Feria del Libro en general proporciona al lector y al sector, tan importante uno como el otro porque son los que en definitiva retroalimentan la existencia del libro. La Feria del Libro es un impulso que los gremios de libreros crean para acercar el libro a la calle, a ese paseante que ya no le quedan excusas para tropezarse con la lectura y preguntarse en conciencia si lee o no lee porque no quiere o no sabe, que todo puede ser. Pero ya desde que en el 23 de abril, día de san Jorge, en Barcelona dan el pistoletazo de salida hasta la Feria el Libro de Madrid, que cierra el circuito en toda España, se convierte en una carrera de fondo. Pero lo importante no es eso que ahora se llama impostura -postureo, para los de la ESO- de autores vips, grandes sellos editoriales y cadenas de venta y distribución. Lo importante es si se ha logrado el objetivo de la difusión de la lectura, es decir, si el evento ha servido para apoyar a nuevos sellos, nuevos autores y pequeños emprendedores que se matan poniendo una tiendecita mientras se dejan la piel pagando impuestos, licencias y todo tipo de cepos fiscales, y posiblemente su patrimonio. ¿Les respondo sinceramente?: pues no. No porque todo sigue organizado para mover dinero. Para que los que estaban sigan estando y para que el inmovilista sistema del sector siga primando unas reglas de juego que les permita seguir diciendo a ellos lo que debe hacerse o no, lo que vale o lo que no debe ser. Miren ustedes, la Feria de Madrid de este año se ha caracterizado por dos fenómenos que al menos nos deben llamar la atención: el primero es que ya no son solo librerías de Madrid (recuerde que esta feria la procuran en exclusiva el Gremio de Libreros de Madrid y que hasta este año, en este aspecto, eran férreos), quizá para frenar la caída de librerías asistentes, cada vez menos porque cada vez hay más tiendas cerradas; el segundo es que el espacio de expositor (la caseta, para entendernos) la han reducido de tamaño y a las grades cuentas y cadenas se lo han ampliado. Como ven ustedes se trata de maquillar la quiebra con el número de libreros y pintarlo de colorines con grandes espacios. Pero en ningún caso soluciona ni promociona el objetivo de ayudar al pequeño librero, ni al autor novel ni a la editorial en peligro de extinción. El sector sigue anclado en la ruina pero nadie mueve un dedo, todo sigue igual. Los gremios de libreros, las federaciones de editores y el Ministerio de Cultura ven pasar la vida como aquel que dijo cuando se retiró que su labor sería a partir de ese momento "ver pasar las nubes". Por otro lado, gracias a Dios, la Feria sigue gozando de vida, es decir de visitantes, de días de familia, de firmas, de búsquedas de libros, de fotos, de anhelos y sueños, de viejas lecturas y futuros lectores. La Feria sigue teniendo un atractivo muy personal aunque no compres libros, incluso aunque no leas libros. Es un evento cultural y atractivo que goza de un público entregado que desgraciadamente no logra sacarle partido. También da lugar para ver algunos esperpénticos autores de libros que viven del selfie de sus seguidores. De medir colas de firmas que ya no son lo que era porque ya no están los que estaban. Los clásicos de siempre se han retirado de la feria de la Feria, de eso que se llamo circo de payasos, que porque son estrellas en la tele y dicen que escriben un libro y venden miles de ejemplares llenos de nada o de inmundicia e indignidad en tantos casos. También tendrá ocasión de visitar botellones a go-gó, picnics, fiestas con la música a todo volumen (porque el El Retiro es de "la gente", ya saben) y otras lindezas del nivel cultural urbano que cada vez cae más en picado. La Feria del Libro, creada en 1933, ya no es lo que es en 2016. Los siete años de crisis (financiera e intelectual) han hecho mucho daño y la revancha política no ayuda nada, de nada, de nada. De verdad, tómense en serio eso de leer y hacer leer, es lo único que nos salvará. Humberto Pérez-Tomé Román @hptr2013
Sociedad
¿Qué hay de la Feria del Libro de Madrid (y otras ferias)?
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