En Hispanidad hemos hablado de las multas de hasta 150.000 euros para quien ose hablar de la salvajada Trans. Los profesionales se ven obligados a callar por lo que un grupo clandestino de 21 psicólogas se han unido para luchar contra la Ley Trans, se denominan Red Casandra. Creen que muchas chicas que se declaran trans no lo son, no entienden las barbaridades que incluye la norma, ocultan su cara y nombre y se comunican por internet. Ahora, son entrevistadas en El Mundo, con nombres falsos y sin fotos, eso sí.  

El medio habla con Laura, "ejerce un activismo, digamos, clandestino. En pleno siglo XXI, vive parte de su trabajo como algo secreto", pese a que su profesión no es ilegal ni un delito, es psicóloga. Aclara que dependiendo de qué haga en su consulta con un paciente trans puede llegar a cometer un delito penado con "hasta 120.000 euros de multa y cinco años de inhabilitación".

Habla de la "transfobia", algo que ya denunció Nagore, a mujer que paró su transición a hombre. Laura lo detalla desde su profesión, y es que alentar opiniones profesionales contrarias a la Ley Trans, dar charlas o talleres puede suponerle un problema: "Según la legislación actual, todo lo que no sea afirmar la transexualidad sentida de nadie, su propio autodiagnóstico, es ponerla en duda, y es transfobia". 

Laura recuerda unas jornadas de verano a las que acudió sobre feminismo, donde todo giraba en torno a trans, "Escuché los argumentos de ambos bandos y algo me empezó a chirriar. ¿Cómo que los adolescentes podían decidir cambiar de sexo sin intervención de los padres ni de profesionales de la salud mental? ¿Cómo que los psicólogos no podemos explorar qué les sucede a estas personas, si tienen conflictos, si sufren trastornos? Por mi profesión sé bien que los adolescentes son puro cambio, personas en formación, extremadamente influenciables. Y ahora sé que muchos de ellos no es que sean trans, es que tienen problemas que les hacen ver lo trans como una salida a estos problemas. Era claramente una locura, igual que los estereotipos de género sirvan para determinar el sexo de una persona... Las mujeres llevamos décadas luchando contra esos estereotipos, que nos relegan, y ahora vienen otras mujeres a decir que los estereotipos son lo realmente importante. Y ese estribillo de que nacemos sin sexo determinado, que nuestro sexo lo determinan nuestros sentimientos... Pero, ¿se lo creen de verdad?".

En esta entrevista también está presente Carola López Moya, que sufrió las consecuencias de una de las legislaciones trans que ya existían en España antes de que Irene Montero fuera ministra, en concreto la normativa en Andalucía: "Lo que pasó fue que escribí un tuit diciendo literalmente que 'la infancia no se toca'", cuenta hoy. "Después añadí varios en los que explicaba que yo estaba a favor de enseñar a los niños a aceptar su cuerpo y a erradicar los tópicos sexistas, los estereotipos de género, y no al revés. Porque eso es lo que nos trae de nuevo lo 'queer': los niños juegan al fútbol y las niñas a las muñecas, y si un niño juega a las muñecas es que es niña".

Esas reflexiones le costaron la primera denuncia en España por promover "terapias de conversión", al final el asunto quedó en nada y la Junta cerró el expediente, pero sí supuso el inicio de Red Casandra, que conforman Carola, Laura y otras 19 psicólogas. 

Dan conferencias ocultas: "La ley dice que todo lo que no sea afirmar el autodiagnóstico del adolescente es intentar curarle. Es absolutamente falso. Entre una cosa y otra hay una labor muy necesaria para esas personas, que necesitan una ayuda sin apriorismos".

Varias asociaciones científicas del país opinan como estas psicólogas, pero ellas se ven obligadas a ocultarse: "Y no porque hagamos ninguna terapia de conversión, claro que no", dice Laura. "Nosotras seguimos tratando a nuestros pacientes como creemos que debemos hacer: observando todo lo que les sucede y ayudando a encajarlo emocionalmente en sus vidas. El peligro es que, como le ha pasado a algún compañero, un paciente te grabe, te denuncie y te inhabiliten varios años. Somos una profesión muy frágil. Y esto, aparte de las persecuciones que podamos sufrir".

"Lo peor es la disyuntiva profesional en que te deja. Si haces lo que crees que debes hacer, violas la ley. Si respetas la ley, sientes que no cumples con tu obligación", "Lo ideal sería que este fenómeno se pudiera estudiar... Pero los profesionales ni siquiera podemos hablar de ello entre nosotros. En 2023".

También habla para El Mundo, Lucía que denuncia que para ella todo estalló en 2021: "Descubrí lo que estaba pasando en la primavera de 2021. Me llamó una amiga de hace mucho tiempo, cuando ambas estábamos embarazadas a la vez, hace 14 años. Me dijo: 'Mi niña dice que es un chico en cuerpo de chica, lo que pasa es que no podéis tratarles, ¿no?'. Y yo le contesté: '¿Cómo que no? ¿Por qué?'. 'Pues porque hay una ley que os lo impide', me dijo. Llamé al Colegio de Psicólogos y allí mismo ni lo sabían. Me desviaron a la Unidad de Género del Hospital Ramón y Cajal, y allí ya sí que me dijeron que en efecto no podíamos tratarles, que sólo se les podía dar el enfoque afirmativo. Y pregunté: '¿Qué es eso del enfoque afirmativo?'. Pues acompañarles, básicamente, sin poner nada en duda. De hecho, adaptaron los protocolos que había para los homosexuales, como si la disconformidad de género y la orientación sexual tuvieran algo que ver...".

Poco después, la preocupación fue a más: "Otra madre me vino con lo mismo, y un poco después otra, que además me dijo que en la clase de su hija había otras tres niñas... Ahí me asusté de verdad. Comenzó como una oleada y ya no ha parado. Yo llevo trabajando 20 años como psicóloga, y lo que he visto de transexualidad era siempre igual: una mayoría de hombres que pasaban a ser mujeres, habitualmente treintañeros y una minoría de casos de niños muy pequeños que rechazaban su sexo. Pero, de repente, lo que llegaban eran chicas, sobre todo chicas, en la adolescencia. Sin patrón: unas de entornos estructurados, otras de desestructurados, de todo tipo de niveles económicos y educativos. Pero todas repetían un discurso que habían aprendido en las redes sociales, un discurso postizo porque en realidad se trata de niñas muy inmaduras que, por ejemplo, te dicen que les da igual renunciar a tener orgasmos, pero jamás han tenido uno...".