Hispanidad ha venido contando el caso de la pequeña Indi Gregory, la niña británica eutanasiada el pasado 13 de noviembre por orden de los jueces del Reino Unido, que no permitieron trasladarla a Italia para intentar un tratamiento alternativo en el hospital Bambino Jesu de Roma, que era el deseo de sus padres e incluso el del Gobierno italiano, cuya primera ministra Giorgia Meloni le había dado la nacionalidad italiana para facilitar su traslado.
Cuando los jueces ordenaron su desconexión de su soporte vital, sus padres quedaron desolados: "Es otra decisión unilateral de los jueces y del sistema sanitario. El mundo entero está mirando y está asombrado de cómo hemos sido tratados". "Claire y yo siempre hemos querido el mejor interés de Indi. Ella tiene derechos humanos y queríamos darle el mejor tratamiento posible. Si el Reino Unido no quiere financiarlo, ¿por qué no podemos ir a Italia a recibir el tratamiento y los cuidados que la extraordinaria primera ministro y su gobierno ofrecieron?", se quejaba su padre Dean.
Tras su muerte por eutanasia, su padre Dean declaró: "Mi esposa Claire y yo estamos indignados, desconsolados y avergonzados". "El sistema sanitario y el tribunal no sólo la han privado de una vida más larga, sino que también le impidieron la dignidad de morir en el hogar familiar al que pertenecía. Le arrebataron a Indi su cuerpo y su dignidad, pero nunca podrán quitarle su alma".
La eutanasia de Indi dio la vuelta al mundo debido a la obsesión enfermiza del Estado (jueces, médicos) en Reino Unido por aplicar la eutanasia a niños que --aunque sus circunstancias vitales eran difíciles para sobrevivir-- podrían haber sido tratados médicamente, tal y como era el deseo de sus padres.
Tanto es así que ha suscitado un debate en torno a la pregunta de por qué ha de prevalecer la opinión del Estado sobre la de los padres en casos como el de Indi y el de los otros niños eutanasiados en Reino Unido. Porque lo mismo sucedió con otros niños británicos como Charlie Gard, Alfie Evans, Isaiah Haastrup y Archie Battersbee.
Se comete una violación cuando la obsesión por el gasto prevalece sobre todo, incluso sobre el valor de la vida
Así, por ejemplo, el presidente de Médicos Católicos de Italia, Filippo Maria Boscia, declaró: "Se comete una violación cuando la obsesión por el gasto prevalece sobre todo, incluso sobre el valor de la vida". "La posición adoptada por los médicos ingleses y las autoridades me parece francamente incomprensible y diría incluso inhumana. Es la demostración de hasta qué punto el problema económico prevalece ahora sobre el lado humano, y se niega el derecho a la esperanza. Puedo decir con tranquilidad que se ha producido una barbarie".
Sobre la calificación de "enfermedad incurable", el profesor advierte. "El problema grave y real es que los médicos y las autoridades califican la situación como incurable y creen que insistir es un gasto inútil. Hablamos mucho de ecología, de naturaleza, de protección de flores y árboles, y no prestamos atención a la ecología del hombre", afirma.
"En mi opinión, el Gobierno italiano hizo bien en concederle la ciudadanía italiana, ella tenía todas las credenciales para ser tratada en un hospital italiano. Siempre debemos cuestionarnos la necesidad y urgencia de cuidar a las personas, esto es especialmente cierto en nuestra sociedad opulenta. Los médicos debemos dar vida y no muerte", dice.
Sobre si los británicos lo hicieron por impedir el encarnizamiento terapéutico, Boscia lo tiene claro. "No es así en absoluto. Recuerdo que en Nápoles se creó un hospital llamado Degli Incurabili (de los incurables) y hoy en ese hospital, en nombre de la investigación y de no renunciar a la vida, se tratan incluso las enfermedades más difíciles", explica.
"Nunca debemos valorar conveniencias o gastos, sino que es absolutamente necesario ayudarles a vivir y, si esto no es posible, acompañarles hasta la muerte con dulzura, pero de forma humana", comenta Boscia.
El profesor explica que en el caso de enfermedades incurables es necesario el estudio para salvar más vidas. "Como médico digo que es a través del estudio como se llega y se salva la vida. Las enfermedades llamadas incurables se estudian manteniendo amorosamente al paciente vivo sin hacerlo sufrir y no matándolo prematuramente", concluye.
El servicio de salud y la judicatura británicos han considerado a esta niña indigna de vivir a pesar de la posibilidad real de los mejores cuidados paliativos y del amor de sus padres
Por su parte, Jacopo Coghe, vicepresidente de Pro Vita & Famiglia, en declaraciones a Aciprensa, opinó: "En estos casos, la decisión, con la excusa de un supuesto "mejor interés" para el niño, fue tomada por médicos y jueces basándose en parámetros de dignidad de la vida totalmente eutanásicos. El servicio de salud y la judicatura británicos han considerado a esta niña indigna de vivir a pesar de la posibilidad real de los mejores cuidados paliativos y del amor de sus padres. Si la inviolabilidad de la vida ya no es un principio intangible, nada impedirá que el Estado también establezca casos en los que algunas personas deben ser eliminadas sin su consentimiento, porque el propio Estado lo considera como su 'mejor interés'".
"La intervención del Estado en el caso de Indi Gregory puede interpretarse como un ejemplo de autoritarismo y totalitarismo, donde las decisiones médicas y familiares están dominadas por una rígida ideología cínica y utilitarista. Esto lleva a una flagrante violación de los derechos humanos tanto de los padres como, obviamente, de la vida de quienes sufren y están enfermos. Todos los sistemas autoritarios en la historia han intervenido de manera abusiva en la esfera familiar, privada, íntima, y han pretendido poder decidir sobre la vida o la muerte de las personas. Ese es el peligro".
"Si hubiera continuado el tratamiento en el Bambino Gesù de Roma, Indi no habría sufrido más. El protocolo médico del hospital en Italia era muy claro y preciso al respecto. Además, como era previsible y de hecho seguro, la pequeña sufrió más con la desconexión de las máquinas, que le provocaron una muerte atroz por verdadero sofocamiento. Esto también demuestra la voluntad ideológica de los jueces y médicos ingleses, que no consideraron otra vía de tratamientos realmente paliativos, además propuestos por una excelencia médica internacional como la del Bambino Gesù".
"Hay que comenzar combatiendo el pensamiento utilitarista que valora la vida en función de su "calidad" o contribución aparente a la sociedad. Por consiguiente, se debe promover una cultura de respeto por la vida, desde el nacimiento hasta la muerte natural. Esto puede ayudar a desafiar las mentalidades que justifican el aborto y la eutanasia. Y luego, obviamente, actuar a nivel político, institucional, legislativo y burocrático. Estos aspectos también llevaron a la "condena a muerte" de Indi".
"Los ciudadanos pueden reaccionar a través de la información y la sensibilización, promoviendo el respeto por la vida y la soberanía familiar. Participar activamente en la vida cívica, expresando disenso a través de canales legales y pacíficos, es fundamental para contrarrestar injusticias similares. Y luego actuar a nivel no sólo cultural, sino también —y sobre todo— político".
"El caso de Indi ha mostrado diferencias sustanciales entre el gobierno británico y el italiano, así como entre la cultura más cínica y utilitarista inglesa y la más ética y valórica italiana, entre la supresión del enfermo y el alivio del sufrimiento. Nosotros, como Pro Vita & Famiglia, hemos propuesto un acuerdo político-diplomático bilateral entre Italia y el Reino Unido, de modo que en otros posibles futuros casos similares haya un canal preferencial para aquellos padres que deseen traer a sus hijos a recibir tratamiento en Italia”.
Obispos ingleses opinan que la batalla legal entre los responsables de la salud pública británica y los padres de Indi «muestra nuevamente la necesidad de otorgar mayor peso a la voz de los padres en estos casos complejos y sensibles
Asimismo, obispos ingleses opinan que la batalla legal entre los responsables de la salud pública británica y los padres de Indi «muestra nuevamente la necesidad de otorgar mayor peso a la voz de los padres en estos casos complejos y sensibles. Una forma sencilla de comenzar a remediar esto sería enmendar la Ley de Salud y Cuidado del 2022 reintroduciendo la enmienda de la Baronesa Ilora Finlay sobre 'Resolución de disputas en el cuidado paliativo infantil', formulada después del fallecimiento de Charlie Gard».
«Continuaremos contribuyendo a discusiones más amplias sobre cuestiones como cuándo el tratamiento se vuelve desproporcionado en relación a algún posible beneficio y el deber de continuar con el cuidado básico, incluyendo nutrición e hidratación asistidas, para proteger el bien de cada niño».