Lo primero: la caridad cristiana, antes que en dar, está en comprender. Por eso, Cáritas no puede considerarse "la ONG de la Iglesia", aunque me temo que son minoría quienes tienen claro esto, dentro y fuera de la Iglesia.
El primer objetivo 'caritativo' de Cáritas consiste en predicar a Cristo, entre otras cosas porque la única forma de extirpar la pobreza es la evangelización.
Pero dicho esto, la revolución pendiente de Cáritas, y exhibo a esta organización como portaestandarte de la limosna cristiana, no consiste en subvencionar al pobre sino en ayudarle para que se gane la vida por sí mismo y recupere su libertad y su dignidad de hijo de Dios.
A ver, muchacho, el archivo: Hechos de los apóstoles, capítulo 20, despedida de San Pablo de sus discípulos en Efeso:
"Bien sabéis que estas manos han bastado para cubrir mis necesidades y las de los que están conmigo. Siempre os he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los necesitados, recordando las palabras del señor Jesús, que dijo: 'hay más dicha en dar que en recibir'". Recordando... claro, si no tienes cómo vas a dar.
Pero no a través de los impuestos, porque los impuestos se pagan a la fuerza y lo recaudado no lo repartes tú, sino Marisu Montero (ahora, Marichú)... y esta chica de Sevilla a veces no reparte los impuestos recaudados entre los más necesitados sino entre los más gorrones y entre los que votan socialista.
Además, 'Marichú' reparte dinero público. Es decir, el dinero de los demás, no el propio. Lo suyo tiene poco mérito.
En cualquier caso, la revolución pendiente de Cáritas, inspirada por el mandamiento paulino de que el que no trabaje que no coma, no puede consistir en repartir comida sino en posibilitar que... el que no trabaje que no coma y convencerle, o forzarle, a que si quiere comer debe trabajar. Y no pueden aceptarse excusas.
Una voluntaria de Cáritas me reconocía que estaba hasta el gorro de concertar entrevistas de trabajo a las que el aspirante al cargo no acudía, se buscaba cualquier pretexto para seguir extendiendo las manos y no ocuparlas en nada productivo.
La caridad cristiana no consiste en dar sino en comprender... y hasta en forzar a cada cual a que cubra su necesidades con sus propias manos.
Lo del Ingreso Mínimo Vital (IMV) sólo puede ser una dádiva transitoria... mientras el receptor consigue un trabajo con el que sentirse útil, y sus destinatarios habituales sólo deben ser niños o impedidos, por enfermedad o por edad.
Esta es la revolución pendiente de Cáritas. Mientras siga en la filantropía... sinceramente, el Estado lo hace mucho mejor porque tiene más medios. Caritativo no es porque el sector público ni escucha ni comprende ni enseña pero sí es muy grande y consigue sus recursos por la fuerza... de la Agencia Tributaria. La coerción no es justa, por tanto, no es cristiana. Lo de Cáritas es otra cosa. O debería serlo.