Una reflexión interesante que merece la pena leer. Al parecer se inicia en Giorgia Meloni, una mujer de cultura cristiana que cada día me gusta más. sea o no sea canonizable. Ojo al dato:

Yo hago estupendos árboles de Navidad. Soy “cinturón negro” en árboles de Navidad. Pero este año, cambio todo: de “hacedora de árboles” me convierto en “hacedora de pesebres”. He decidido hacer el pesebre cuando ya nadie lo hace. He decidido hacerlo cuando en las escuelas dicen que no se puede hacer porque ofende a quien cree en otra cultura. Yo no logro entender esto y me sigo preguntando…. ¿cómo puede ofenderte un niño que nace en un pesebre? ¿cómo puede ofenderte una familia que escapa para defender a ese niño? ¿cómo puede ofenderte mi cultura?... Porque, creyendo en Dios o no, en este símbolo se resumen los valores sobre los cuales se formó mi civilización. Creo en el respeto que me enseñó este símbolo, creo en la laicidad del Estado que me ha enseñado este símbolo, creo en la sacralidad de la vida porque me la ha enseñado este niño que nace, creo en la solidaridad porque me la ha enseñado este símbolo. Aquello que yo soy está en este símbolo. Y yo quiero que mi hija lo sepa. Quiero que Ginevra (la hija de Giorgia Meloni) sepa que la Navidad no es “regalémonos cosas costosas y comamos todo lo que tenemos a la mano”. Yo quiero que Ginevra sepa que en Navidad celebramos estos valores. Y creo que también ustedes se lo deben explicar a sus hijos. Hagan el pesebre... hagan el pesebre junto a mí. Este año, todos juntos, tomemos al pastorcito y hagamos la revolución del pesebre”.

Acabo de escuchar, cómo no, en televisión, a un adolescente sobre la dicotomía Belén-árbol y aseguraba que el árbol representaba un espíritu más navideño. Esto demuestra que el grado de estupidez de la sociedad contemporánea ha llegado a la blasfemia contra el Espíritu Santo, es decir, no negar la bondad sino llamar bueno a lo malo y malo a lo bueno, verdad a la mentira y mentira a la verdad, bello a lo feo y feo a lo bello.

Decir que el árbol representa el espíritu navideño más que el nacimiento me recuerda a aquel vendedor de antigüedades que ofrecía crucifijos que databan de 300 años ante de Cristo.

Sí, viva el Belén y muera el árbol de Navidad, el árbol sólo como complemento. Reconozco que el árbol se ha cristianizado, o al menos se ha impuesto como la idea cristiana del árbol de la vida, Cristo. Pero, ¿qué quieren ustedes? Los de barrio bajo vemos el inicio de la redención en la Sagrada Familia y en los Reyes Magos, no en un arbolito multicolor.

Meloni tiene razón: a poner el belén. Esta chica es una gran estadista. Y el pesebre, a día de hoy ,es verdaderamente revolucionario. Yo soy un desastre con los nacimientos pero el belén nunca me faltará. Además, lo recuerdo de nuestros antepasados, que no construyeron esculturas de piedra para mostrar los buenos artistas que eran sino para enseñar con imágenes esta doctrina cristiana a los letrados. Pues muy bien a los niños del siglo XXI podemos enseñarles la doctrina cristiana con el Belén. En él radican todos los más profundos planteamientos teológicos.

Y si aplaudo a Giorgia Meloni, lo mismo hago con Isabel Díaz Ayuso, y conste que tengo mucho que reprocharle a la presidenta madrileña. Por ejemplo en materia de aborto y de derecho a la vida, pero se trata de otra mujer que ha sabido captar el espíritu de la Navidad. Es decir, que hablamos de otra mujer profunda, no como el hombre superficial que es su gran adversario, Pedro Sánchez.