La Epifanía constituye, sin duda, la fiesta más española y casi diría que la esencia de la Navidad en España. Porque en Navidad celebramos la Encarnación, Dios se hace hombre para salvar a los hombres, a modo de un Dios que es Amor, según san Juan Evangelista y según Benedicto XVI. Las últimas palabras de Ratzinger parecen haber sido "Jesús, te amo", expresión donde se funde toda la existencia humana porque de ellas deriva la otra sentencia complementaria: "Jesús en Vos Confío". Con eso basta. Digo que un Dios que es amor sólo podía salvar al hombre empecatado encarnándose, anonadándose en un cuerpo humano.
Ahora bien, el sacrificio de Dios sólo podía ser un sacrificio global, que redimiera al conjunto de la humanidad para ser más exactos a aquellos que quisieran ser redimidos. Es decir, que hablamos de una fiesta global. Sí, la Epifanía es la fiesta de la globalización cristiana y la fiesta más hispana de todas.
En seguida explico por qué. Pero antes, ¿quiénes eran los Reyes Magos? Habla el gran erudito de la Biblia del siglo XX, Danuel-Rops (Jesús en su tiempo):
"En su origen, los magos eran los sacerdotes de la religión mazdeica, tal como la practicaban los antiguos medos y persas. Constituidos en casta muy cerrada, en una verdadera tribu, según Heródoto, se decía que llevaban una vida austera, conservando el fuego de las cumbres y estudiando el curso de los astros y los sueños. Eran muy poderosos; fue un mago que intentó adueñarse del poder imperial en Persia afirmando que él era Smerdis, el hermano redivivo del emperador, mientras Cambises guerreaba en Egipto, pero nada parece probar que en la época del nacimiento de Cristo, bajo la denominación de los partos, tuviesen todavía los magos un papel de primer plano. Más bien parece designar esa palabra a hombres de todas las clases que se entregaban al estudio de los astros, siendo a un tiempo astrólogos y astrónomos, Entre los cuales lo sabía buenos y malos, gente seria y charlatanes".
Y la fiesta más española y más hispana. Mientras, resuenan las últimas palabras de Benedicto XVI: "Jesús, te amo"
De hecho la Biblia no habla de Reyes, ni de tres. Eso lo ha añadido la tradición cristiana, la misma que, para recalcar la que la salvación era universal, pintó a esos tres astrónomos como representantes de las tres razas en que, por aquel entonces, se dividía a la humanidad (eran gente profunda, por tanto más sencillos que nosotros en sus calificaciones): aria, semita y africana: rubios, morenos y negros.
Una representación de la humanidad que viene a rendir tributo de gratitud a su salvador, nacido en la pequeña localidad de Belén.
Aquí es bueno recordar la homilía del cura vasco, quien animaba a su feligresía a ser tan "humilde como Jesucristo quien nació en Belén cuando, siendo hijo de Dios, podía haber nacido mismamente en Bilbao".
Pues eso, que Los Reyes Magos representan a toda la humanidad y que la única manera en la que un Dios que es amor podía salvar al hombre ensoberbecido era con la humildad que enseña el espinoso camino de amor y la entrega (tranquila Irene, lo de entrega no es machismo heteropatriarcal, es otra cosa).
Termino este primer envío con una oración petitoria: que España no pierda el sentido de la Fiesta de los Reyes Magos, la Epifanía.
Mañana, los Reyes magos contra Herodes, contra el poder. Sigan leyendo nuestras apasionantes aventuras.