Hace ahora un año, Vladimir Putin, un tipo un poco bestia, pero también tiene sentido común, prohibió el cambio de sexo, el físico y el registral. El presidente ruso consideraba lo que han considerado todas las culturas y civilizaciones desde que el mundo es mundo: que nadie nos ha pedido permiso para nacer, ni para nacer varón o mujer, ni para nacer rico o pobre, alto o bajo, guapo o feo, español o francés.
Además, en 2013 también prohibió que parejas extranjeras del mismo sexo pudieran adoptar a niños rusos, todo como parte de un plan para proteger a la infancia, en el que ahora da un nuevo paso.
Y es que la Cámara baja del Parlamento ruso ha iniciado los debates para la aprobación de una ley que prohibiría la adopción o tutelaje de menores por parte de ciudadanos extranjeros que vivian en países donde estén autorizados los cambios de sexo, entre los que se encontrarían Australia, Austria, Argentina, Bélgica, Alemania o España.
Todo apunta a que la norma saldrá adelante: "La propuesta de tomar esta decisión cuenta con un gran apoyo. Ya lo habíamos debatido antes. Será un paso correcto y legítimo en el marco de la política estatal de Rusia dirigida a defender los valores tradicionales y la infancia", ha declarado el presidente de la Cámara baja, Viacheslav Volodin.
"Esta ley nos permitirá proteger a los niños", continuó Volodin, al defender que con esta norma se evitará el posible riesgo de un cambio de sexo para los niños rusos adoptados en estos países.