La mujer necesita del varón y el varón de la mujer pero lo pertinente ahora, en tiempos de estupidez feminista, es reivindicar el papel magnífico de la virilidad y del varón, sobre todo, su doble papel como esposo y como padre.
Todo comecuras debería preguntarse por la sublime paradoja de que el santo patrón de los padres, San José, no haya sido padre biológico. Sería una buena manera de comprender lo que entiende la Iglesia por virilidad, siendo que la Iglesia siempre ha valorado mucho la virilidad (sí, también la feminidad pero eso, repito, hoy no toca).
La relación esposo-esposa debe estar marcada por esta dos palabras: sumisión recíproca
En tiempos de feminismo la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) ha tenido otro acierto con una nueva campaña, en positivo: ¡Y que vivan los padres!
El padre adoptivo del Salvador fue un hombre de silencio. Nada más ajeno a la virilidad que el ruido... y las baladronadas. Como decía la santa polaca Faustina Kowalska, "a Dios no le agradan las almas parlanchinas".
Otra acertada campaña, aunque menos graciosa, de la Asociación Católica de Propagandistas: reivindiquemos al padre
La relación esposo-esposa debe estar marcada por esta dos palabras: sumisión recíproca. En contra de lo que predican las feministas, todo el tinglado de la familia, esa célula de resistencia a la opresión que sostiene a la sociedad entera, se cimenta sobre la sumisión: del varón a la mujer y de la mujer al varón. Es el 'no' al empoderamiento, estúpido vocablo inventado por el feminismo que lleva en su propio dogma su fracaso: si se trata de una lucha de sexos, cada uno de los dos bandos intentará quitar poder al otro.