Ayer miércoles Don Pedro Sánchez nos regaló a los españoles otro de sus grandes y largos discursos para explicarnos su plan de regeneración democrática: "Los bulos han hecho que el 34% de los ciudadanos teman que les ocupen su casa, cuando este problema afecta a menos del 0,06% de las viviendas del país", aseguraba su sanchidad.

Ya saben, la okupación es un bulo de la derecha. Es más, si hay algún culpable, es Ana Rosa Quintana, porque los casos son muy pocos y el Gobierno protege a los propietarios: por ejemplo, cuando un okupa entra en la primera vivienda del propietario, en ese caso, el okupa va directo a la calle, porque el legítimo dueño sólo tiene esa casa vivir, en esos casos, el Gobierno actúa de inmediato, ¿o no?

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Por desgracia tenemos a Alfonso, de 94 años, que viene a desmontar uno de los bulos del Gobierno. Alfonso se mudó a casa de una de sus hijas porque necesitaba ser cuidado en un momento delicado de salud, mientras cedió su piso a su hijo, que murió tras una larga enfermedad, tras la tragedia. Alfonso quiso volver a su casa pero se encontró con que la mujer que cuidaba a su hijo enfermo se había convertido en su okupa. Supuestamente tiene un contrato de alquiler, pero como aclara Cristina, la hija de Alfonso: "ni quiere abandonar la casa ni paga el alquiler". 

"Mi padre ya tiene bastante con la muerte de mi hermano como para quedarse ahora sin casa", acudieron al juzgado, pero la okupa presentó el contrato de alquiler firmado por el difunto por lo que la jueza la dejó volver a la vivienda. 

Alfonso tiene que pagar todos los gastos, los suministros, luz, agua... y todo sin recibir el alquiler: "Tiene 94 años y cuando nos la vayan a dar ya habrá fallecido".