Son gente comprometida. Las feministas del PSOE han pedido -el Congreso Federal está a la vuelta de la esquina- que los militantes que acudan a casas de prostitución sean expulsados del partido. Desde luego, está muy feo eso de irse de putas aunque a las feministas no les parece mal la libertad de coyunda sino el hecho de que, como el chiste del catalán, sea pagando. Eso sí que no. Es decir, amor libre sí, sexo sin compromiso, por supuesto, pero prostitución no. ¿Y si el putaísmo es ejercido por la mujer libremente? ¿Entonces es legal, no será abolida? 

Para entendernos, ¿hay que prohibir la prostitución? Por supuesto, vender el propio cuerpo por dinero es repugnante. Aplaudo la idea de Sánchez. ¿Hay que castigar a los proxenetas? A esos más y primero que a nadie. ¿Al cliente? Pues lo mismo que a la prostituta, dado que sin los unos no existirían las otras y sin las otras los unos. Y es que cuando oyes hablar a Pedro Sánchez de abolir la prostitución resulta curioso porque habría que condenar a su suegro que se dedicaba a las saunas gays. 

Hay que conseguir que las prostitutas cambien de oficio, y ayudarlas a llevar una vida digna, el problema es que muchas profesionales quieren seguir siendo lo que son

Se puede y se debe abolir la prostitución. Ahora bien, será difícil de conseguir si no se ofrece a las prostitutas, muchas de ellas inmigrantes, un relevo. Y de eso no habla Sánchez. Por ejemplo, formarlas para un trabajo digno o, si son inmigrantes, una de dos: abandonar su ‘profesión’ a cambio de formarse para conseguir un trabajo digno… o volver a su país.

Pero para esto hay que esforzarse. Y recuerden el precedente: cuando se intentó abolir la prostitución en Madrid, ofreciendo una vida más digna a las coimas, Ana Botella como alcaldesa de Madrid cosechó un sonoro fracaso que ella no sospechaba: las prostitutas que accedieron a cambiar de oficio no alcanzó ni el 2% del total. 

Señor Sánchez: ¿usted quiere abolir la prostitución o sancionar a los clientes? Porque son dos cosas distintas.