A la hora de ser publicado este artículo, desconocemos los resultados de las votaciones, lo que no quita para hacer una observación que tarde o temprano afectará también a España para disgusto de muchos que se califican de progresistas y tolerantes, pero que una cosa es predicar y otra es dar trigo.
Que en Occidente hay un giro evidente hacia la derecha es algo que a nadie le pasa inadvertido. Además de Polonia y Hungría -los países díscolos de la progre Europa-, el año pasado se sumó Italia, con Giorgia Meloni, y recientemente Grecia, con Nueva democracia, encabezada por Kyriakos Mitsotakis, con el doble de votos que la izquierdista SYRIZA -el Podemos griego-.
Pero no sólo es Europa la que está dando un giro importante. En América, países como Uruguay, Paraguay, Costa Rica, Guatemala y Ecuador han sido capaces de librarse de la ola sociocomunista que ha asolado la región. Es verdad, son pequeños países con poco peso en la economía o en la masa demográfica, pero no han dejado de ser un foco de luz para los de su entorno. También tenemos que seguir fijándonos en este continente, porque cada vez es más evidente que la ola izquierdista de esencia woke se resquebraja. La aparición de Bukele en El Salvador, en Argentina de Javier Milei o el retorno derechista en Chile del Partido Republicano de José Antonio Kast. Y hay que destacar el ajustadísimo triunfo de Lula da Silva en Brasil. Tampoco debemos dejar pasar qué está sucediendo en los Estados Unidos, con Joe Biden en caída libre de popularidad por su empeño en las políticas del aborto hasta al nacimiento, de género y el transexualismo, con las que vuelven a abrir la puerta a Donald Trump o Ron DeSantis, en cualquier caso, al partido republicano que le daría mayoría en casi todos los estados.
Cada vez es más evidente que la ola izquierdista de esencia woke se resquebraja. La aparición de Bukele en El Salvador, en Argentina de Javier Milei o el retorno derechista en Chile del Partido Republicano de José Antonio Kast
El cretinismo progresista ha roto definitivamente el aparente e inalcanzable techo de la impaciencia popular. Ha conseguido romper con la izquierda y la derecha porque, como dice Javier García Isac, «el progresismo es transversal, lo mismo tiene pijoprogres que perroflautas». Y es que hacer política de todo, provocando un drama artificial para perpetuarse en el poder esclavizando a la sociedad por minorías más necesitadas de tratamiento clínico que de justicia histórica, ha logrado poner en marcha al sentido común que estaba aletargado en un invierno demasiado frío y largo.
España es un país especialmente sometido por la fractura ideológica, quizá nos cueste un poco más salir del agujero, pero saldremos. Y para esto, sólo necesitamos dos cosas: políticos que rescaten del baúl de los recuerdos el concepto de bien común; y ciudadanos con altura de mira y voten por sí mismos, no por lo que les digan que vote o por el odio encarnizado en sus ideas. Muchas encuestas han marcado la caída de la ultraizquierda morada y el crecimiento de otras marcas alternativas más o menos cuquis. Por otro lado, daban una ligera caída de la derecha y una subida del centro derecha a costa de la sangría naranja. En cualquier caso, el balance parece que es de cambio y las urnas hablarán en breve para salir de dudas.
Lo que sí tendremos es una campaña perenne hasta las generales, preñada de promesas chuscas desde el gobierno, a las que Pedro Sánchez nos está acostumbrando a prometernos humo como garantía de futuro. En este breve periodo de campaña, Sánchez ha realizado las siguientes promesas (y alguna más que se me quedará en el tintero porque es casi imposible seguir contando los conejos que saca de su chistera): 50.000 viviendas, entradas de cine baratas, ayudas mentales que los médicos han definido como brindis al sol, créditos ICO para la construcción y rehabilitación de vivienda y los PERTE, que son proyectos de carácter estratégico con gran capacidad para el crecimiento económico, el empleo y la competitividad, de los que para ellos se destinan 84.000 millones…
Muchas encuestas han marcado la caída de la ultraizquierda morada y el crecimiento de otras marcas alternativas más o menos cuquis. Por otro lado, daban una ligera caída de la derecha y una subida del centro derecha a costa de la sangría naranja. En cualquier caso, el balance parece que es de cambio y las urnas hablarán en breve para salir de dudas
El problema es que todo es dinero y más dinero que no tenemos. Es posible que muchos malpensados sospechen que sea esta la razón por la que el Gobierno no haya remitido todavía la adenda al Plan de Recuperación a la Comisión Europea. Y es que el problema de esta agenda tan ajustada, de dinero y tiempo, puede saltar por los aires pues el plazo de presentación es el 30 de junio, ya que todo lo que pretende regalar Sánchez al pueblo es con dinero extra que llega de Europa. Lo que sí es cierto, y quizá Sánchez no ha tenido en cuenta, es que si lo quiere financiar con dinero europeo «tienen que estar alineados con el Mecanismo de Recuperación, que en definitiva son el crecimiento económico y la creación de empleo a largo plazo», y no ideas personalistas o partidistas para una reelección.
En cualquier caso, realmente acabamos de empezar, porque la estrategia sanchista consiste en ir unos pasos por delante y llevar al Partido Popular a uña de caballo, de forma que a los populares no le quede más remedio que achicar aguas con ideas que nunca podrán ser viables a priori porque Feijóo todavía no gobierna. La dieta de promesas hipoglucémicas para sus votantes es seguir hablando de vivienda, medio ambiente, jóvenes, sequía, pensiones, empleo, transportes… Todos los palos posibles para marear la perdiz, aunque sean más las mentiras o ideas de improbable puesta en práctica.
Manual del candidato perfecto (Caligrama), de Juan Strem. Una descripción detallada de los distintos métodos (lastimosamente) utilizados por demasiados políticos en todo el mundo para obtener los votos y no siempre intachables.
Me duele España (Almuzara), de Ramón Tamames. Pocas veces, por no decir nunca, se ha producido en España un suceso político de la dimensión mediática como la moción de censura de marzo de 2023, impulsada por una propuesta de Vox y encabezada como candidato a la presidencia del Gobierno por Ramón Tamames. Este libro recoge el discurso y sus reflexiones del candidato.
Escritos reaccionarios (Encuentro), de Jesús Laínz Fernández. Hoy todo el mundo presume de progresista. Y los practicantes de esta nueva religión se creen la vanguardia de la transgresión y la incorrección política. Pero la verdadera transgresión se encierra en libros como éste que, al arremeter contra los valores dominantes, escandalizará a los modernos inquisidores.