El mundo del deporte femenino es uno de los más afectados por las leyes trans que corren a lo largo y ancho del mundo. En Hispanidad hemos recogido innumerables casos en los que la categoría femenina se ve amenazada en múltiples disciplinas deportivas. Son muchos los Estados, gobernados por republicanos, que han tomado medidas contra el adoctrinamiento de las leyes trans en el país.

Ahora la asociación estadounidense de atletas interuniversitarios (NAIA) ha prohibido a las mujeres transexuales competir en deportes femeninos: "Sólo las estudiantes-atletas de la NAIA cuyo sexo biológico sea femenino podrán participar en los deportes femeninos patrocinados por la NAIA". 

Según el comunicado, las atletas que han iniciado una terapia hormonal pueden participar en entrenamientos internos, prácticas o actividades de equipo, pero no pueden competir externamente. La NAIA cuenta con 83.000 deportistas en 250 escuelas por lo que su decisión tiene un importante peso en la vida universitaria estadounidense. 

La política del Comité Olímpico Internacional permite a cada federación deportiva establecer su propia normativa. Así, la la Asociación Nacional de Atletismo Universitario (NCAA), de mayor tamaño que la NAIA ya que representa 500.000 atletas en 1.100 escuelas, ha regulado de manera distinta, exigiendo que los atletas transexuales se hayan sometido a un tratamiento de supresión de testosterona durante al menos un año y que se sometan a pruebas para comprobar que sus niveles de testosterona están por debajo de unos límites. Además, el organismo que regula la natación, la FINA, estableció que las transexuales deberían haber suprimido su pubertad masculina antes de los 12 años para poder competir, no pudiendo haber alcanzado cierto nivel de dicha pubertad. 

No hay ningún deporte que se libre de la polémica, pero sin duda el más conocido fue el caso de las nadadora Lia Thomas -antes Will-, las nadadoras que competían con Thomas se niegan a competir con deportistas transgénero que superan sus posibilidades por una simple cuestión biológica: son hombres.

Es más, más de una docena de atletas femeninas demandaron a la NCAA por permitir competir a Thomas, ya que consideran que la política de participación viola sus derechos civiles en virtud del Título IX.

Todas estas acciones y decisiones no son baladíes: además de la injusticia y el desequilibrio que se produce en el propio partido y en las clasificaciones, de manera colateral se crea una desigualdad con mayores implicaciones. En EE.UU. el acceso a la Universidad no es nada fácil: a las díficiles pruebas hay que sumar otro gran requisito, el económico. Las universidades son un lujo por el que todos los estadounidenses trabajan duro y llegan incluso a pedir un crédito para poder asumir los costes. Para mitigar el desembolso, algunas instituciones ofrecen becas, por ejemplo deportivas.

Con la desigualdad en los deportes se crea una aún mas importante, pudiendo llegar a perder una beca en favor de un trans, como fue el caso de la Universidad de Washington, que oferta 12 becas deportivas femeninas de la División 1 de voleibol. Una de las agraciadas fue la deportista Tate Drageset, que ocultó su sexo biológico para conseguir la beca deportiva. 

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